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La madrugada del pasado martes 7 de junio, autoridades del gobierno de la Ciudad de México retiraron los establecimientos de comercio en el Eje 1 Norte . Sin embargo, un aspecto que pocos conocen es que la zona del actual Barrio Bravo se ha caracterizado desde tiempos prehispánicos por el comercio informal.
Así lo señala la tesis Pagan justos por pecadores… no todo es malo en el Barrio Bravo de Tepito: crónica histórica , de Mónica Georgina Ríos.
La comunicóloga explica que desde 1338 surgió una comunidad en la isla de Tlatelolco, que se desarrolló de forma paralela y casi independiente a Tenochtitlán, hasta su eventual conquista por parte de los mexicas.
Tlatelolco era la sede del antiguo mercado de Tenochtitlán, al que sin embargo no todos lograban entrar como vendedores: quienes no recibían permiso para vender de los jueces pochtecas buscaban suerte en Tepito. Wikimedia Commons/HJDP.
Un popular dato histórico acerca de Tlatelolco es que fue la principal zona comercial de la antigua ciudad en el Lago de Texcoco. Lo que no es tan conocido es el hecho de que ya en esa época, “todas las mercancías que no pasaban la estricta revisión de los jueces pochtecas, eran vendidas en el mercado chico o Tepito ”, afirma Ríos.
La tesis de 2012 deja entrever un contraste interesante: que justo fue en esta zona de Tepito donde peleó por última vez el tlatoani Cuauhtémoc, uno de los barrios más antiguos y tradicionales de la ciudad, cayó en la marginación a partir del dominio de los españoles en agosto de 1521. Hoy en la Parroquia de la Concepción Tequipehuacan, en las calles de la Constancia y Tenochtitlán incluso podemos ver una placa que señala estos acontecimientos.
Mucho después, ya consumada la Independencia, una actividad económica importante fueron los mesones que alojaban a mercaderes y arrieros que venían de provincia. Se considera que esto es el antecedente de las vecindades del barrio.
Para inicios del siglo XX, en los inicios de este diario, la reputación de Tepito ya era la que le es familiar a los capitalinos hoy en día. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
La historia del comercio en Tepito se retoma en la segunda mitad del siglo XIX, cuando el trazado de la ciudad en forma de fraccionamientos se extendió hasta las actuales colonias Morelos, La Bolsa y las antiguas colonias Violante y Díaz de León.
Con este proceso, más el crecimiento de la población, las actividades económicas de la zona vieron también un aumento acelerado, en especial los sectores de manufactura y servicios.
De acuerdo con Ríos, es desde entonces que abundaron los talleres de maquila de ropa y calzado o de reparación de artículos varios, así como locales y accesorias comerciales. Pero en especial, surgió la usanza de situarse en plena calle a vender “en un puesto removible cubierto con mantas al estilo del prehispánico Tianguis”.
En adelante, proliferaron oficios artesanales como la talabartería, igual que el emblemático trabajo del ayatero, ropavejeros que cambiaban ropa nueva por usada que transportaban en sus costales de ayate a inicios del siglo XX. Los también llamados “cambiadores” prosperaron al grado de que con los años negociaban incluso refrigeradores viejos, que ya para los años 40 y 50 llevaban en carros, y de ahí su más reciente mote de “carreros”.
En esta imagen de 1972 se aprecian los carros que dieron el mote de "carreros" a los "cambiadores" que décadas atrás usaban sacos de ayate. Archivo EL UNIVERSAL.
La reubicación de comerciantes, una constante en Tepito
El Baratillo, el mercado que funcionó por siglos en el Zócalo durante el Virreinato, fue trasladado en 1850 a la Plaza Villamil, donde hoy se ubica el Teatro Blanquita, en la colonia Guerrero. De nuevo en 1859, dicha plaza fue desalojada para ubicar una estación de ferrocarril y el Baratillo se trasladó al mercado Del Volador y a la Plaza del Tequesquite, hoy Garibaldi.
Por si fuera poco, en 1901 los vecinos del Tequesquite lamentaron la partida del Baratillo hacia Tepito, a donde llegó para quedarse. Esto son sólo antecedentes de la práctica de reubicar a los comerciantes dedicados al ambulantaje, que este mes de junio se ejecutó una vez más.
Otro caso destacado fue el de 1956, cuando el entonces regente del Ayuntamiento de la ciudad, Ernesto P. Uruchurtu, implementó la prohibición del ambulantaje para “limpiar” las calles de la capital.
A inicios del siglo XX el pulque era la bebida alcohólica preferida de Tepito, pero con el paso del tiempo fueron las cervecerías las que acapararon el mercado. Archivo EL UNIVERSAL.
Como parte de esa iniciativa se construyeron 150 mercados en toda la ciudad de México, cuatro de los cuales se ubican en las inmediaciones de Tepito: el 23, o Tepito Forros Viejos; el 36 o Tepito Varios; el 14 o Tepito Zona; y el 60, o Lagunilla Zona. La inauguración se llevó a cabo en 1957.
Sin embargo, fue cuestión de tiempo para que resultara evidente que cuatro mercados, tres en el núcleo de Tepito y uno en La Lagunilla, eran insuficientes para dar espacio de trabajo a todos los comerciantes que recurrían al ambulantaje, de modo que eventualmente se expidieron permisos para vender mercancía en las calles.
Por supuesto, este desacierto del gobierno capitalino llevó a conflictos posteriores, entre los comerciantes de los mercados fijos y los ambulantes, en razón de que el nada escaso comercio organizado en la modalidad de tianguis acaparaba las ventas desde antes de que el grueso de la clientela visitara los nuevos mercados.
Pese al prejuicio y la poca empatía al momento de criticar la ilegalidad o contrabandos del comercio tepiteño, la afluencia del público en esta zona comercial nunca ha disminuido. Colección Carlos Villasana.
Fue así que a pesar de los años de comercio exitoso para oficios como el de “cambiador”, según Ríos, muchos no lograron adaptarse a la evolución del comercio tepiteño, ahora en planchas de concreto y bajo techo.
Los que sí sacaron provecho fueron los vendedores de fayuca, mercancía extranjera “libre” de los altos precios que imponían medidas como los aranceles y el IVA. Como es de suponer, éste tipo de comercio no tiene el visto bueno de las autoridades, por lo que ya en los años 70 eran comunes los operativos para retirar productos ilegales.
Ríos describe que también desde entonces era usual “torear” a los policías responsables del operativo, pues como narra su entrevistada Carmen Iruz “Falditas”, pionera de los tianguis de textiles de Tepito:
“Todos escondíamos la fayuca, cuando las camionetas empezaban su recorrido nos empezábamos a avisar y al ver el corredero de la gente guardábamos las cosas aunque a veces no nos daba tiempo a mí me quitaron dos veces mi mercancía”.
En años recientes se ha hablado de "invasión de carriles" de vialidades como el Eje 1 Norte por parte del comercio amblabnte. Archivo EL UNIVERSAL.
A pesar de que este negocio por sí sólo llegó a generar altas ganancias, hechos históricos como la firma del Tratado de Libre Comercio, entre México, Estados Unidos y Canadá; así como el llamado “Tepitazo”, enfrentamiento entre vendedores y militares; y la devaluación del peso en 1994, terminaron por desbancar la bonanza fayuquera.
De acuerdo con Ríos, sería por ello que en 2001 comenzó a registrarse otro tipo de ilícitos, como la venta de armas y estupefacientes, bajo la dirección del conocido Cártel de Tepito.
Hay quienes opinan, dice ella, que la cocaína y las armas ocuparon el lugar de la fayuca en un barrio al que el gobierno quizá no controla, por ser también parte de la corrupción que permite el paso de sus mercancías, como plantea Ríos. Desde hace siglos como se ve el comercio ambulante acapara esta zona, por lo cual se ve difícil que algún día desaparezca por completo.