“Cualquier acto que atente contra la dignidad de la población trans, es transfobia”, recuerda Jazz Bustamante en medio de una lucha por frenar la violencia que el colectivo LGBT+ atraviesa desde hace décadas atrás en México.
Y es que la violencia contra quienes se asumen como transexuales o transgénero viene incluso de las acciones cotidianas que pasan desapercibidas, reveló Bustamante en entrevista con EL UNIVERSAL.
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En el Mes del Orgullo LGBT+, organizaciones y activistas desempeñan una ardua labor para poner en el ojo público un asunto que a todos atañe: la intolerancia y discriminación a las identidades de género, producto de la violencia.
“Las violencias que enfrentamos las personas trans en México tienen que ver con el patriarcado, con el machismo y con esta construcción sociocultural de lo que se nos ha dicho sobre qué es ser hombre y qué es ser mujer”, puntualizó la activista.
Un problema de hace años que, lejos de erradicarse, se reproduce a nivel micro y macro dentro de la escala social y cultural. “Cuando hablamos de la violencia hacia las personas trans, hablamos de violencia de género, violencia hacia negar nuestra identidad sexogenérica y la identidad jurídica que sigue siendo un tema tedioso en México”.
Para Jazz, el odio irascible, los prejuicios a priori, el desconocimiento y la falta de educación sexual integral son los desencadenantes de la discriminación y el rechazo al derecho de asumirse como cada uno desee:
“El ser trans es ser como cualquier otro individuo, no te debería de causar odio irascible o intolerancia la existencia de otra persona porque es su cuerpo, es su mente, es su proceso y ahí entra el prejuicio, el machismo, la educación religiosa y conservadora, ahí entra todo lo que nos inculcan”.
Como en toda comunidad, el colectivo trans también experimenta la imposición del actuar, pensar, sentir y hasta vestir. Gran parte de ello se debe a la malgenerización y el mansplaining.
En palabras de Bustamante, “Nos mal generalizan a las mujeres trans cuando niegan nuestra identidad sexogenérica. Cuando dicen ‘es que tú eres medio masculinizada’; cuando creen que las mujeres trans debemos de ser más femeninas para proyectar una imagen aceptada y para que así nos puedan mínimo aceptar”.
A lo anterior se suma la creencia de que para ser trans es necesario someterse a un procedimiento quirúrgico y estético. “Aún con operaciones o sin operaciones siguen diciendo 'sí, pero siempre vas a ser un hombre vestido de mujer o un hombre”, explicó la defensora.
Bajo la misma lógica, el mansplaining implica que un hombre le indique a una mujer trans cómo debería ser. Sobre ello, Jazz sentenció: “Nos quieren decir cómo deberíamos comportarnos y cómo deberíamos de ser cuando el proceso de ser trans es único para cada mujer trans. Y eso solamente nos corresponde a nosotras mismas”.
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A veces una palabra o acción que aparenta ser “normal”, “graciosa” o “inofensiva” llega a comprometer la integridad física y emocional de las personas trans. A esto se le conoce como “microtransfobias”.
“Las microtransfobias tienen que ver con los micromachismos, la diferencia es que van dirigidas específicamente hacia las mujeres u hombres trans (...) Todas estas palabras sutiles y señalamientos de prejuicios a priori que van acompañados de una sutil discriminación hacia ‘yo te respeto, pero señalo, te borro tu identidad o no la acepto”, destacó Jazz Bustamante.
Las microexpresiones de violencia a las personas trans llevan una intención clara: agredir y pasar desapercibido.
“Las mujeres con antena’, ‘eres hombre vestido de mujer’, ‘las plumíferas’, ‘las vestidas’... Todas estas formas sutiles de decir yo los respeto mucho a ustedes (trans), pero para mí solamente hay dos sectores: hombre y mujer. Y no hay más, las personas trans son inventos, son como una moda”, fueron algunos de los ejemplos que la activista refirió.
Jazz, quien también escribe para diversos medios y es defensora por los derechos LGBT+, fue tajante al asegurar que “cualquier acto que atente contra la dignidad de la población trans es transfobia, es el odio irascible y es además el señalamiento de palabras físicas o algún acto premeditado”.
Al cuestionar a la activista sobre los mecanismos para combatir las microtransfobias, enfatizó el poder de la deconstrucción:
“La educación, no hay mejor herramienta pedagógica para educar y debemos de educar desde la primera infancia. Debemos enseñar que las identidades de género y las orientaciones sexuales no deberían de ser factores para discriminar o para hacer sentir mal a otra persona”.
El reto es abordar la sexualidad pero no desde lo binario: hombre o mujer heterosexual, sino desde la homosexualidad, bisexualidad, transexualidad y todo lo que tiene que ver con las disidencias sexuales.
“Educar es la única vía para que atendamos el tema grave que tenemos de violencia, transfobia y crímenes de odio en México, en Latinoamérica y en el mundo”, afirmó Jazz.
Y añadió la importancia de la prevención de violencia a corto y mediano plazo: “Tenemos que trabajar en la prevención, como también reeducando a los adultos. Facilitándoles la información correcta y lograr que justamente toda esta educación y reeducación se aplique. No nada más decirla, sino aplicarla”.
Cada persona es responsable de su proceso de vida, de ir deconstruyendo patrones conductuales y eso sólo es posible a través de la introspección y el autoconocimiento.
“Si tú inicias un proceso de introspección, de autoconocimiento, no discriminas, no señalas, no prejuicias porque sabes que el único proceso más importante es el tuyo y que no tienes derecho de desmeritar a otra u otro”, concluyó Jazz Bustamante.
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