El debate sobre qué bebida es más saludable, si el té o el café, ha despertado interés en todo el mundo. Ambas son opciones milenarias que acompañan las rutinas diarias, pero sus efectos en el cuerpo y la mente presentan diferencias notables.
El café es conocido por su alto contenido de cafeína, que ronda entre 80 y 100 mg por taza, ofreciendo un estímulo inmediato. Sin embargo, para algunos, este nivel puede resultar excesivo, causando nerviosismo o insomnio. El té, en cambio, contiene entre 20 y 60 mg de cafeína, lo que brinda una energía más moderada y sostenida, ideal para quienes buscan un equilibrio entre alerta y calma.
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Además, el té contiene L-teanina, según la Fundación Española de Nutrición (FEN) un compuesto que potencia la concentración y alivia los efectos negativos de la cafeína, como la ansiedad. Según especialistas, esta combinación exclusiva del té lo convierte en una opción más adecuada para quienes valoran la relajación junto a la estimulación.
Aunque el café sigue siendo la elección de quienes buscan energía inmediata, el té ofrece un enfoque más equilibrado y versátil para la salud y el bienestar. Adaptándose a diferentes momentos y necesidades, esta bebida milenaria parece ser una opción que no solo alimenta el cuerpo, sino también el alma.
Aunque tanto el café como el té son fuentes de antioxidantes, el té destaca por la diversidad de compuestos como los polifenoles y las catequinas, especialmente presentes en variedades como el té verde y el negro. Estos antioxidantes contribuyen a combatir el envejecimiento celular, mejorar la salud cardiovascular y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.
El café, por su parte, también contiene antioxidantes, pero en menor concentración y variedad que el té. Esto posiciona al té como una opción más completa en términos de beneficios para la salud.
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Estudios han señalado que poblaciones con un alto consumo de té, como en Asia, tienen menores índices de enfermedades crónicas y mayor esperanza de vida. Los antioxidantes del té protegen las células, mientras que el ritual de su preparación fomenta momentos de pausa y bienestar emocional, factores clave para reducir el estrés.
El té verde, con su bajo nivel de oxidación, es rico en antioxidantes y propiedades antibacterianas, siendo ideal para fortalecer el sistema inmunológico. El té rojo, fermentado, actúa como quemagrasas natural y ayuda al metabolismo, mientras que el té negro, más oxidado, ofrece una infusión intensa y estimulante.