La avena es conocida por ser un alimento altamente nutritivo, rico en fibra, vitaminas y minerales. Su versatilidad en la cocina la ha convertido en una opción popular para quienes buscan llevar una dieta equilibrada. Sin embargo, aunque sus beneficios son muchos, no todos pueden disfrutar de este cereal sin consecuencias negativas para la salud. Existen ciertas condiciones médicas que requieren precaución a la hora de consumir avena, según la EFSA (European Food Safety Authority).
Uno de los grupos que debe tener especial cuidado al consumir avena son aquellos con enfermedad celíaca. A pesar de que la avena en su forma natural no contiene gluten, el proceso de cultivo y procesamiento puede contaminarla con trazas de este. El gluten es una proteína presente en cereales como el trigo, la cebada y el centeno, que puede desencadenar una respuesta inmunológica en personas con enfermedad celíaca, dañando su intestino delgado. Por lo tanto, es fundamental que los celíacos solo consuman avena certificada sin gluten, para evitar complicaciones graves.
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Aquellos que sufren de sensibilidad al gluten no celíaca también pueden experimentar síntomas adversos al consumir avena contaminada. Aunque esta condición es menos grave que la celiaquía, los afectados pueden experimentar malestar digestivo, dolor abdominal e hinchazón si consumen avena que no esté libre de gluten. Por lo tanto, al igual que los celíacos, es crucial que opten por productos de avena etiquetados como libres de esta proteína.
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Otra consideración importante es el contenido de fibra soluble que tiene la avena, en particular el betaglucano. Aunque este componente es beneficioso para regular los niveles de colesterol y mejorar la digestión, algunas personas con estómagos sensibles pueden experimentar problemas digestivos al consumirla. Los síntomas incluyen hinchazón, gases y malestar estomacal. Para evitar estos efectos, se recomienda aumentar la ingesta de avena de manera gradual y asegurarse de beber suficiente agua para facilitar la digestión de la fibra.
Aunque es raro, algunas personas pueden ser alérgicas a la avena. Los síntomas de esta alergia incluyen desde erupciones cutáneas hasta dificultad para respirar o anafilaxia en los casos más graves. Si alguien sospecha que tiene una alergia a la avena, es vital que consulte con un especialista y evite su consumo hasta obtener un diagnóstico claro.
Aquellos con trastornos digestivos crónicos, como el síndrome del intestino irritable (SII), deben ser cautelosos al incluir avena en su dieta. Si bien la fibra de la avena puede ayudar a mejorar la función intestinal en algunas personas, otras pueden ver agravados sus síntomas. El consumo de avena puede aumentar el malestar estomacal o los episodios de diarrea en aquellos con sensibilidad intestinal.
Para quienes no presentan ninguna de estas condiciones, la avena sigue siendo un alimento saludable que puede contribuir a una dieta equilibrada. Sin embargo, es esencial recordar que, como cualquier otro alimento, su consumo debe ser moderado y adaptado a las necesidades individuales de cada persona.
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