Una alimentación balanceada es la base del bienestar de las personas. El consumo diario de frutas y verduras, la incorporación de cereales integrales a nuestra dieta, además de que los lácteos que elijamos deben ser descremados y las carnes sin grasas visibles y la disminución de dulces, panificados y gaseosas, son decisiones que podemos tomar para cuidar de nuestra salud, según el Ministerio de Salud de Santiago del Estero (Argentina).
Según la entidad, la clave está puesta en que los alimentos que consumimos a diario sean fuente de vitaminas, minerales, fibra y agua, nutrientes que mejoran las capacidades biológicas de nuestro cuerpo, además que refuerzan el sistema inmune y nos ayudan a luchar contra los agentes que pueden causarnos enfermedades. La alimentación debe ser pensada desde el punto de vista nutricional siempre.
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Entre los nutrientes que el cuerpo humano recibe a través de la alimentación se encuentra la fibra, una sustancia que se encuentra en las plantas, las frutas, las verduras y los granos, según destacan los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos. Sus expertos afirman que la fibra proporciona muchos beneficios para la salud.
Desde la Fundación Española del Corazón remarcan que existen dos tipos de fibra, por lo que se clasifican en solubles (frutas, verduras, legumbres) e insolubles (semillas, granos, cereales). Las primeras pueden retener agua formando geles, son altamente fermentables por la flora intestinal y contribuyen a aumentar el bolo fecal, mientras que las segundas captan poco el agua, disminuyen la viscosidad del bolo alimenticio y el tiempo de tránsito intestinal, y son muy útiles en la prevención del estreñimiento.
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La fibra colabora con la salud de las personas ya que ayuda a reducir los niveles de colesterol, mejora la presión arterial y estabiliza los niveles de azúcar en sangre. Además, diferentes estudios indican que una alimentación rica en fibra soluble colabora en la reducción del riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares.