Las sardinas son una alternativa económica para elaborar una comida completa y balanceada. Se pueden conseguir prácticamente en cualquier supermercado, específicamente, en presentación enlatada.
Por lo general, la recomendación es consumir vegetales, frutas, carnes blancas y rojas en su estado fresco. Ello garantiza su gran sabor y que se encuentren en perfectas condiciones para que no dañen la salud.
Ahora, un artículo publicado en Harvard Health Publishing -portal oficial de medicina de la prestigiosa universidad- retoma la discusión de los productos enlatados y señala si es benéfico o no comer sardinas enlatadas.
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En primera instancia, los especialistas en medicina de Harvard señalan que las sardinas son un alimento que sí o sí debe estar presente en la dieta de las personas a cualquier edad.
El artículo enfatiza que las sardinas poseen vitaminas A, B y D, además de minerales como calcio, fósforo, potasio, zinc, hierro y magnesio, elementos esenciales para equilibrar la salud del organismo.
Comer sardina implica aprovechar todos sus compuestos, ya que al tratarse de pescados pequeños se degluten con todo y espinas sin que causen daño. Además, no almacenan mercurio, como ocurre con otras especies más grandes que habitan en el mar.
De acuerdo con Harvard, las sardinas en lata son saludables, siempre y cuando no se consuman en exceso pues contienen yodo. Asimismo, es importante revisar su caducidad y que no tengan muchos químicos para conservarlas.
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Entre los beneficios que expertos destacan de comer sardinas frescas o en lata se encuentran:
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