Cuando sentimos que "le pasamos corriente" a otra persona al tocarla, estamos experimentando un fenómeno común conocido como electricidad estática, el cual es el resultado de un desequilibrio de cargas eléctricas en nuestros cuerpos. Este fenómeno, aunque molesto, es completamente inofensivo y tiene su origen en las propiedades eléctricas de los átomos que nos conforman y del entorno que nos rodea. La razón detrás de este chispazo al tocar a alguien radica en un proceso conocido como el efecto triboeléctrico, que ocurre cuando diferentes materiales interactúan y transfieren electrones entre sí.
El cuerpo humano es un excelente conductor de electricidad, lo que significa que es capaz de transferir cargas eléctricas a través de su superficie. Esta capacidad se debe a los electrones libres que circulan por nuestros tejidos, facilitando las señales eléctricas que nuestro sistema nervioso utiliza para moverse, pensar y comunicarse, según la la científica británica Hannah Fry. Estos impulsos pueden viajar a velocidades de hasta 120 metros por segundo. Sin embargo, en el caso de la electricidad estática, no estamos hablando de señales nerviosas, sino de un fenómeno externo que ocurre cuando hay un desequilibrio de cargas eléctricas entre dos cuerpos.
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Los átomos, que componen todo lo que nos rodea, tienen cargas positivas (protones) y negativas (electrones). Normalmente, estas cargas están equilibradas, pero cuando se alteran, como sucede al frotar ciertos materiales, se genera un exceso o déficit de electrones, provocando el famoso chispazo cuando tocamos a otra persona o a un objeto. Esto es más frecuente cuando interactuamos con ciertos materiales como la goma, lana, poliéster o spandex, que tienden a acumular electricidad estática.
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La humedad del aire también juega un papel crucial en la acumulación de electricidad estática. En ambientes húmedos, el agua en el aire ayuda a dispersar las cargas eléctricas, reduciendo la probabilidad de chispazos. Sin embargo, en climas fríos o en invierno, cuando el aire es más seco, la acumulación de cargas es más fácil, lo que aumenta la frecuencia de estos pequeños calambres eléctricos.
Este fenómeno también puede darse al tocar superficies metálicas, ya que el metal es un excelente conductor de electricidad. Es por esto que es común sentir un chispazo al abrir una puerta o al tocar algún objeto metálico. Aunque estos chispazos pueden ser incómodos, no representan ningún riesgo para la salud y son simplemente el resultado de la acumulación de electrones en nuestra piel.