En Huatabampo, Sonora, a la excoordinadora municipal de Ecología, Elizabeth Guerrero Moreno, le pareció una buena idea cortar el aguijón a las mantarrayas, supuestamente para proteger a los turistas durante las vacaciones de Semana Santa.
La funcionaria justificó que las mantarrayas reproducen de nuevo la parte mutilada y a los vacacionistas se les cuidaba de una posible picadura. Dicha acción fue reprobada por ambientalistas, quienes la denunciaron ante de Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa).
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Sólo hay dos especies de mantarrayas que poseen aguijón venenoso; la primera es la Myliobatidae cuyo aguijón se ubica en el primer tercio de la cola y la familia Dasyatidae cuyo aguijón se ubica en la parte media de la cola.
De acuerdo con un estudio publicado por Jorge Field-Cortazares y Roberto Calderón-Campos, "Picadura por Mantarraya", en el que detallan las picaduras de las mantarrayas, tanto las especies de agua dulce como las de agua salada pueden ser tóxicas para el hombre.
Sin embargo, ello no justifica la mutilación que se realizó en Huatabampo, Sonora, por la cual fue destituida del cargo la excoordinadora municipal de Ecología, Elizabeth Guerrero Moreno.
EL UNIVERSAL dio a conocer este martes que luego de que, en los primeros días de abril personal del Departamento de Ecología de Huatabampo, Sonora, ordenó la mutilación de las mantarrayas han aparecido algunos ejemplares muertos en las playas de los municipios.
Si bien las mantarrayas no son especies agresivas, si se sienten amenazadas pueden dar un pinchazo con su aguijón, sobre todo cuando los vacacionistas las pisan.
En el estudio publicado por Jorge Field-Cortazares y Roberto Calderón-Campos se detalla que el aguijón de las mantarrayas tiene forma de flecha retroserrada bilateralmente y puede llegar a medir de 2 a 37 centímetros, según la especie.
Éste se compone de espina, dermis, glándulas de veneno, epidermis y funda integumentaria, además de dentina, que le da dureza. Es reemplazado cada cierto tiempo, por lo que es posible hallar mantarrayas con más de un aguijón.
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El veneno de la mantarraya se compone de proteínas, nitrógeno y carbohidratos. Su color es grisáceo, es termolábil (se descompone con el calor) y es soluble en agua. Tiene efectos cardiovasculares y respiratorios.
El estudio realizado por Jorge Field-Cortazares y Roberto Calderón-Campos también sugiere que “aunado al dolor, puede presentarse un choque primario o secundario, el primario caracterizado por desvanecimiento, sudoración, náuseas, diarrea y convulsiones, y el secundario dado por la toxicidad del veneno en el sistema cardiovascular llevando a disminución de la presión sanguínea, arritmias, taquicardia, parálisis muscular, entumecimiento, dificultad respiratoria y en el peor de los casos paro cardiaco”.
La piel que rodea la picadura puede sufrir cambios de color hasta tornarse grisácea, azulada o rojiza.
La persona que resulta pinchada por el aguijón de una mantarraya puede sufrir desvanecimiento, sudoración, náuseas, diarrea, hipotensión, taquicardia, parálisis muscular, entumecimiento y dificultad para respirar, de acuerdo con el Issste de Sonora (Isssteson).
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El Issste de Sonora recomienda sacar a la persona afectada del agua para evitar ahogamiento. Aplicar agua fría para mitigar el dolor y disminuir la absorción del veneno. Además, se puede lavar la zona con vinagre para auxiliar en la inhibición del veneno.
Acudir con un médico para tomar el tratamiento correspondiente y extraer el aguijón de la piel. Dado que el veneno es termolábil sumergir el miembro afectado en agua caliente también inhibe la acción del veneno.
Los especialistas recomiendan también aplicar la vacuna contra el tétanos para evitar cualquier tipo de afectación por la contaminación que existe en el agua.
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