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En nuestra sociedad, la familia es vista como el núcleo esencial de apoyo, amor y cuidado. Desde pequeños, nos inculcan la idea de que la familia es para siempre y que los lazos familiares son indestructibles. Sin embargo, la realidad puede ser mucho más compleja. Existen situaciones en las que vincularse con la familia no es lo más saludable y cada vez más personas están tomando la difícil decisión de distanciarse de sus seres queridos para preservar su bienestar emocional y mental.
Separarse de un miembro de la familia es un proceso complejo que generalmente conlleva formularse muchas preguntas, autocuestionamientos, exponerse a los juicios sociales y en definitiva, sentir angustia por equivocarse.
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El distanciamiento familiar no es una decisión que se tome a la ligera. A menudo, es el resultado de años de conflictos y dolor acumulado. Alberto Ruano Teruel, Graduado en Psicología, colegiado y máster en psicología general sanitaria, señala que, nacemos dentro de una estructura familiar que se ocupa de nosotros, dotándonos poco a poco de la independencia suficiente como para poder valernos por nosotros mismos. Sin embargo, el momento en que se produce un problema de relación con un familiar condiciona la independencia para tomar decisiones y la capacidad para asimilar los cambios.
Un problema durante la infancia puede ser muy complicado de resolver para el niño o la niña que lo esté viviendo, ya que su capacidad para decidir sobre el vínculo es escasa. En estos casos, dependerá de otro familiar adulto o de una persona externa que se dé cuenta de que hay un problema.
No siempre se tiene claro cómo cambiar una relación familiar para que deje de generar daño. En muchas ocasiones, la opción más adecuada no es romper el vínculo, sino modificarlo. De esta forma, el vínculo puede configurarse de tal manera que deje de ser doloroso, quizás cambiando la forma en que se establece la comunicación, la frecuencia de la misma o la implicación con la otra persona. Pese a esto, en ocasiones puede ser muy difícil encontrar la combinación idónea y algunas relaciones pueden generar dolor y emociones agradables a partes iguales, llevando a algunas personas a optar por el no contacto.
Decidir no vincularse con la familia puede ser visto como un tabú en muchas culturas. La sociedad a menudo juzga a quienes eligen este camino, sin comprender las complejidades detrás de su decisión. La falta de apoyo y comprensión puede hacer que estas personas se sientan aún más aisladas.
Por eso, para quienes deciden distanciarse de su familia, es fundamental buscar apoyo en amigos, terapeutas y comunidades que puedan ofrecer el afecto y la comprensión que necesitan. Construir una red de apoyo fuera del núcleo familiar puede ser una fuente de fortaleza y bienestar.
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Es fundamental normalizar el hecho de que los familiares, como cualquier persona, pueden implicarnos en vínculos dañinos. Del mismo modo, es necesario validar y apoyar a las personas en la difícil decisión de romper o cambiar el vínculo con un familiar.
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