La propiocepción es una capacidad clave del cuerpo humano que nos permite percibir la posición y el movimiento de nuestras articulaciones en el espacio. Esta habilidad, fundamental para mantener el equilibrio y ejecutar movimientos con precisión, cobra especial relevancia en articulaciones como el tobillo, que soportan el peso del cuerpo y son propensas a lesiones. Después de sufrir una lesión en esta zona, como un esguince, es común que la fuerza y la estabilidad no se recuperen inmediatamente, lo que puede aumentar el riesgo de sufrir nuevas lesiones si no se trabaja adecuadamente en la rehabilitación propioceptiva.
El tobillo es una articulación compleja equipada con una red de receptores sensoriales que se encuentran en los músculos, tendones y ligamentos. Estos receptores envían información al cerebro sobre la posición del pie y del tobillo, lo que nos permite ajustar nuestra postura al caminar o correr, y adaptarnos a diferentes superficies. Cuando una lesión afecta la propiocepción, la persona puede perder esta capacidad de adaptación, lo que incrementa las posibilidades de sufrir nuevos esguinces o caídas.
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Este tipo de alteraciones en la percepción del movimiento del tobillo son especialmente peligrosas para quienes practican deportes o realizan actividades físicas intensas, ya que un tobillo inestable puede comprometer seriamente el rendimiento y la calidad de vida. Sin embargo, es posible mejorar esta capacidad mediante ejercicios específicos diseñados para restaurar la propiocepción y fortalecer la articulación.
Existen varios ejercicios enfocados en mejorar la propiocepción del tobillo, recomendados tanto para la rehabilitación como para la prevención de lesiones, según expertos de "Runner´s World". Estos ejercicios no solo buscan fortalecer la musculatura del tobillo, sino también reentrenar los receptores sensoriales de la articulación para que puedan enviar correctamente la información al cerebro. Un ejemplo de estos ejercicios es la posición unipodal, que implica mantenerse de pie sobre una sola pierna mientras se realizan movimientos que desafían el equilibrio, como alternar la mirada o cerrar los ojos.
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Otro ejercicio útil es la desestabilización con kettlebell, que involucra la elevación de este tipo de pesa mientras se mantiene el equilibrio en una sola pierna. Estos movimientos no solo ayudan a recuperar la fuerza en el tobillo, sino también a mejorar la coordinación y la estabilidad.
Ignorar la importancia de la propiocepción tras una lesión en el tobillo puede prolongar el tiempo de recuperación e incrementar el riesgo de lesiones recurrentes. Por ello, es fundamental que los ejercicios de propiocepción formen parte de cualquier programa de rehabilitación o rutina de entrenamiento. La práctica de estos ejercicios no solo ayuda a prevenir futuras lesiones, sino que también contribuye a mejorar la movilidad y el rendimiento general en las actividades físicas.
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