Las personas a diario se encuentran frente a la toma de decisiones que afectan su presente y su futuro, algo que está estrechamente relacionada con otras habilidades, tales como el pensamiento crítico, la cooperación y la negociación, de acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Desde la Red de Universidades Anáhuac (México) hace referencia a que todo lo que rodea a las personas representa una elección, desde el platillo de la cena, hasta la carrera que decidimos estudiar. Por lo tanto, explica en un informe, saber tomar buenas decisiones es clave para lograr una vida plena ya que permitirá ahorrar tiempo, dinero y esfuerzos.
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En base a lo señalado, podemos diferenciar entre personas que saben tomar buenas decisiones en sus vidas y aquellas que hacen todo lo contrario. Por supuesto que depende de múltiples factores, pero en muchas sociedades no es difícil saber diferenciar a unas de otras.
Es en este marco que aparece la Ley de Falkland, una normativa con origen en la psicología y que sirve para enfocar las energías en las cosas que verdaderamente importan. Esta ley ayuda a que tomemos mejorares decisiones, evitar hacerlo de forma apresurada y que nos arrepintamos cuando ya es demasiado tarde.
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La Ley de Falkland plantea que evitemos tomar decisiones cuando no tenemos que hacerlo. La clave es que las personas aprendan a diferenciar entre las cosas urgentes y aquellas que no lo son, para liberarse así de la ansiedad que provoca implicarse en diversos asuntos. Desde la Universidad de California ponen como aliada de esta ley a la paciencia y la relacionan directamente con una mejor salud mental, menor depresión y estrés, además de un sistema inmunológico y cardiovascular más fuerte.
La clave de la Ley de Falkland es tener paciencia, no tomar decisiones apresuradas y así empaparse de todas las opciones posibles. Este proceso permite que las personas tomen mejores decisiones, no caigan en arrepentimientos tardíos y se eviten atravesar sentimientos de ansiedad ante situaciones que no lo merecen.