La glutamina es un aminoácido esencial para el correcto funcionamiento del cuerpo, y aunque nuestro organismo puede producirla, en determinadas circunstancias su demanda aumenta. Esta sustancia juega un papel fundamental en una serie de funciones biológicas, entre las que destaca su capacidad para regular la temperatura corporal, según Mayo Clinic. Se encuentra de manera abundante en el músculo esquelético y el plasma, lo que refleja su importancia en la actividad metabólica y en la preservación de la homeostasis del cuerpo.
Uno de los roles menos conocidos de la glutamina es su participación en el equilibrio de líquidos y en la regulación de la temperatura del cuerpo. Al mantener estables los niveles de este aminoácido, el organismo puede adaptarse mejor a cambios en el ambiente, ya sea para soportar temperaturas elevadas o frías. Esto se debe a que la glutamina interviene en el metabolismo energético, facilitando el buen funcionamiento de las células bajo diferentes condiciones térmicas.
Este aminoácido es clave durante el ejercicio o situaciones de esfuerzo físico, cuando la temperatura corporal tiende a aumentar. La glutamina actúa ayudando a las células a mantenerse saludables y a soportar el estrés térmico, optimizando los procesos de regulación de calor que se activan durante la actividad física.
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Además de su papel en la regulación térmica, la glutamina es vital para la reparación muscular, lo que la convierte en un suplemento popular entre los deportistas. Ayuda en la síntesis de proteínas y contribuye a la regeneración de tejidos, favoreciendo una recuperación más rápida tras un entrenamiento intenso o una lesión. También refuerza el sistema inmunológico al servir como fuente de energía para células inmunitarias, particularmente en momentos de estrés físico o enfermedad.
La glutamina también es fundamental para el mantenimiento de la salud intestinal, dado que las células del tracto digestivo la utilizan como fuente de energía. Esto contribuye a la reparación y mantenimiento de la barrera intestinal, ayudando a prevenir problemas gastrointestinales.
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Aunque el cuerpo puede sintetizar glutamina, también es posible obtenerla a través de la dieta. Las fuentes más ricas en este aminoácido son los productos de origen animal como la carne, el pescado, los huevos y los productos lácteos. También está presente, aunque en menores cantidades, en alimentos vegetales como las legumbres, frutos secos y ciertas verduras como la espinaca y el repollo.
En situaciones donde el cuerpo experimenta un alto nivel de estrés físico, como entrenamientos intensos, recuperación de lesiones o enfermedades que comprometen el sistema inmunológico, los niveles de glutamina pueden disminuir. En estos casos, la suplementación puede ser útil para acelerar la recuperación y mantener un equilibrio adecuado de este aminoácido en el organismo. Sin embargo, es fundamental que cualquier suplementación sea recomendada por un profesional de la salud, quien valorará la cantidad adecuada según las necesidades individuales.
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