La dependencia emocional es un concepto que ha cobrado relevancia en el ámbito de la psicología, especialmente en el estudio de las relaciones interpersonales. Se trata de un patrón psicológico caracterizado por una necesidad excesiva y constante de aprobación, atención y afecto de otra persona, lo que lleva al individuo a someterse a la relación, incluso cuando esta es perjudicial o insatisfactoria.
La dependencia emocional suele asociarse con relaciones de pareja, pero también puede manifestarse en otros vínculos, como en la familia, amistades o en el ámbito laboral. Las personas con dependencia emocional suelen experimentar un temor profundo a la soledad, la pérdida o el abandono, lo que les impulsa a mantener relaciones desequilibradas, en las que el bienestar del otro se prioriza sobre el propio.
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En cierta medida, según Marta Rodríguez Martínez, Licenciada en Psicología y colegiada, este sentimiento es normal y forma parte de la experiencia humana. Sin embargo, el verdadero problema surge cuando nuestro bienestar y estado de ánimo dependen completamente de lo que haga o diga otra persona. En esos casos, la dependencia emocional se convierte en una preocupación obsesiva que afecta nuestra capacidad de actuar y pensar con autonomía.
El amor dependiente es desequilibrado, donde uno de los miembros de la pareja ama más al otro que a sí mismo, descuidando sus propias necesidades. En contraste, una relación sana se basa en la autoestima, donde ambos se sienten completos y valiosos, lo que permite un desarrollo saludable. En el amor dependiente, uno busca llenar un vacío interior a través de la relación, centrándose en satisfacer una necesidad personal de amor y seguridad en lugar de compartir un crecimiento mutuo.
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La dependencia emocional es un trastorno que puede afectar de manera significativa la calidad de vida de las personas, llevándolas a mantener relaciones insatisfactorias y dañinas. Sin embargo, con la ayuda adecuada, es posible superar esta dependencia y aprender a construir vínculos sanos, basados en el respeto mutuo y el bienestar personal. La clave está en reconocer la situación y buscar el apoyo necesario para romper el ciclo de dependencia.