El cortisol es una vital producida por las glándulas suprarrenales, cuya principal función es regular la respuesta del cuerpo al estrés. Conocida como la “hormona del estrés”, el cortisol se libera en situaciones que el organismo percibe como amenazantes o de alta presión. Aunque esta hormona juega un papel crucial para mantenernos alerta y ayudarnos a enfrentar desafíos, su producción excesiva o prolongada puede tener efectos perjudiciales, especialmente en la piel.

El impacto del cortisol en la piel. Fuente: Freepik.
El impacto del cortisol en la piel. Fuente: Freepik.

Cuando nos enfrentamos a situaciones de estrés, el cuerpo eleva los niveles de cortisol para ayudarnos a reaccionar rápidamente. Sin embargo, si el estrés se vuelve crónico y el cortisol permanece alto por mucho tiempo, el organismo sufre una serie de cambios. Entre ellos, uno de los más notorios es el deterioro de la piel, que resulta en la aparición de arrugas.

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El cortisol actúa interfiriendo en la producción de colágeno, una proteína esencial para mantener la firmeza y elasticidad de la piel. A medida que los niveles de cortisol aumentan, la producción de colágeno disminuye drásticamente, lo que provoca la pérdida de elasticidad y el debilitamiento de la estructura de la piel. Esto se traduce en la aparición de arrugas y líneas de expresión, además de una piel más fina y frágil.

Víctimas del estrés

El colágeno y la elastina son las principales proteínas estructurales de la piel. Mientras que el colágeno aporta firmeza, la elastina otorga flexibilidad y resistencia. Cuando los niveles de cortisol son altos, tanto el colágeno como la elastina se destruyen más rápidamente, lo que acelera el proceso de envejecimiento.

Además, el cortisol tiene otros efectos negativos sobre la piel, como la reducción en la capacidad de retener agua, lo que causa deshidratación y resequedad y un aumento en la producción de sebo, que puede generar problemas como el acné. También ralentiza los procesos de reparación celular y provoca inflamación crónica, lo que agrava afecciones cutáneas como la dermatitis, el eczema o la rosácea.

El impacto del cortisol en la piel. Fuente: Freepik.
El impacto del cortisol en la piel. Fuente: Freepik.

¿Es posible revertir el daño causado por el cortisol?

Aunque no es posible eliminar completamente el estrés de nuestras vidas, sí podemos controlar sus efectos en el cuerpo, especialmente en la piel. Mantener niveles de cortisol en equilibrio es crucial para prevenir la aceleración del envejecimiento cutáneo. Expertos en dermatología y medicina estética recomiendan hábitos como llevar una dieta rica en antioxidantes, practicar técnicas de relajación como el yoga o la meditación, y utilizar productos cosméticos que estimulen la producción de colágeno, como aquellos que contienen retinol, vitamina C y ácido hialurónico.

El doctor Luis Gutiérrez Serrantes, colaborador de MARNYS, señala que mantener un estilo de vida equilibrado, con una buena alimentación, ejercicio regular y descanso adecuado, es esencial para mantener los niveles de cortisol bajo control. Asimismo, los tratamientos estéticos que inducen la producción de colágeno, como la mesoterapia, pueden ser efectivos para contrarrestar el daño causado por esta hormona.

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El , si bien es crucial para nuestra supervivencia y adaptación al estrés, puede tener un impacto negativo en nuestra piel cuando se mantiene en niveles elevados. El daño al colágeno y la elastina que provoca el cortisol acelera el envejecimiento de la piel, provocando la aparición de arrugas, líneas de expresión y flacidez. Para minimizar estos efectos, es clave adoptar hábitos que ayuden a reducir el estrés y proteger la piel de sus consecuencias.


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