Día de Muertos guarda distintas tradiciones y creencias de la cultura mexicana. En la época prehispánica, el perro xoloitzcuintle tenía una misión fundamental para ayudar a las almas a llegar al Mictlán.
Se creía que esta raza, originaria del país azteca, guiaba a los espíritus por un profundo y caudaloso río cuya meta final era la ciudad de los muertos.
De acuerdo con la leyenda, si la persona había tratado mal a los animales en vida, el Xolo se negaría a ayudarlo a pasar. Sin embargo, si se les daba un trato digno a los perros, tomaría el alma, la pondría sobre su lomo y la llevaría a salvo hasta el otro lado.
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Los Xoloitzcuintles estaban asociados con “Xolotl”, dios de la muerte. Siguiendo con la leyenda, si el perro era de color negro, no podía llevar a las almas porque esto indicaba que ya se ha había sumergido en el río.
En tanto, los Xolos de color blanco o muy claro tampoco lograrían llevar a las almas al Mictlán, pues esto significaba que eran muy jóvenes y no tenían la madurez para concretar la misión espiritual.
Solamente los perros de color gris jaspeado serían los encargados de cruzar el inframundo para dar a las almas un descanso digno.
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En la época prehispánica existían diferentes tipos de perros nativos en los pueblos nahuas, entre los que destaca la presencia de los xoloitzcuintles o “perros pelones”.
Su nombre proviene de la palabra “Xolo” cuyo significado en náhuatl es “deformidad”, “monstruosidad” o “monstruo”, vocablos referidos a las características físicas o personas que eran consideradas “anormales” por tener joroba y estatura baja.
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foh