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La alimentación de las personas siempre tiene algo que darnos a conocer como una valiosa lección. Llevar a cabo una alimentación balanceada es sabido que repercutirá positivamente en nuestra salud pero también se debe tener en cuenta que algunos alimentos podría traernos situaciones indeseadas.
Frutas, verduras, legumbres, carnes y cereales aparecen entre los más recomendados en una alimentación saludable. Esto se debe a su rico contenido de fibras, minerales, vitaminas y proteínas que luego llegan a nuestro organismo y benefician diferentes funciones del mismo. Pero qué sucede cuando aparecen razones que nos llevan a descartarlas.
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Legumbres y gases
El Instituto Mayo Clinic explica que la presencia de gas en el sistema digestivo es una parte normal del proceso de digestión que posiblemente produzca dolores si estos no se mueven con facilidad a través del sistema digestivo. Las causas pueden ser muchas, pero una de ellas es el consumo de ciertos alimentos, como las legumbres, que son más propensos a generar gases.
Especialistas de la salud coinciden en que las legumbres pueden causar gases en algunas personas porque no todas las toleran bien. El motivo de esta consecuencia es que al sumar estos productos en nuestra alimentación le estamos introduciendo al cuerpo carbohidratos complejos (rafinosa y estaquiosa) que el cuerpo no descompone por completo por lo que llegan al intestino sin haber sido procesados.
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Una vez que estos componentes llegan al intestino grueso inician un proceso de fermentación por tomar contacto con bacterias que están presentes en la flora intestinal. Ese proceso, positivo para la salud, también es el causante de los gases que pueden incomodar y generar dolor o malestar. De todos modos, como se mencionó anteriormente, no a todas las personas el consumo de legumbres los afecta de forma similar y con el paso del tiempo el cuerpo se va adaptando, según datos difundidos por la Revista Americana de Nutrición Clínica.
Cómo evitar esta situación
- Remojarlas y enjuagarlas: si dejas las legumbres en agua durante toda la noche previa a su cocción lograrás que se hidraten y liberen los carbohidratos complejos.
- Cocinar a fuego lento: es la mejor manera de cocinarlas, asegurarse de que queden bien blandas y que se descompongan los oligosacáridos.
- Incorporar hierbas y especias: la menta, el comino, el romero o el hinojo colaboran en estimulación de las enzimas digestivas y reducen la inflamación intestinal.
- Consumirlas en forma de puré: al triturarlas facilitas su digestión y su combinación con otras verduras.
- Masticarlas bien: es similar al paso anterior. Al triturarlas bien mejoramos su digestión desde el primer contacto con las enzimas de la saliva.