México es un país donde se escuchan opiniones encontradas sobre el interés en tener pocos o muchos hijos e hijas. A pesar de ello, en la práctica no hay medidas oficiales que beneficien a las familias para que tengan más o menos integrantes. Aquí un recuento de países que sí apostaron por sus familias numerosas.

A finales de los años veinte, desde España comenzaban a sonar breves pero curiosas noticias sobre familias buscando ayuda del gobierno para su descendencia. Para octubre de 1927 se habían presentado ya 18 mil peticiones al decreto que concedía apoyos para familias grandes.

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Aunque no era la norma, en la primera mitad del siglo XX era mucho más común ver familias con cerca de diez hijos, a veces más, a veces menos. Foto: Pixabay.

En aquel entonces, el solicitante con más “bendis” era un capitán de navío, padre de nada menos que 18 hijos. Pero el marinero no era el único, pues el reporte incluía la petición de un religioso musulmán al rey Alfonso de España, para que incluyera a las “familias de los moros” de una comunidad marroquí en su programa de subsidios.

La eugenesia y la Segunda Guerra Mundial

Un escenario muy distinto tuvo lugar en Italia, que en la década de 1930 pasaba por la dictadura de Benito Mussolini. Il Duce, como lo apodaban sus seguidores, fomentaba el desarrollo de familias italianas numerosas, al grado de que hasta se anunciaron nuevos “premios de natalidad” para las familias romanas con más integrantes.

Por supuesto, la iniciativa no se vio libre de polémica. Como muchas otras decisiones de Mussolini, el trasfondo no era otro que el fascismo, concentrar el poder en su persona y buscar la supremacía de Italia en el mar Mediterráneo.

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Irónicamente, más tarde se reportó que incluso los dignatarios italianos se negaban a ser el ejemplo para la política de dar a luz numerosos bambinos.

La idea de apoyar a los hogares con más infantes cruzó el Atlántico y para 1933 el Senado de Colombia, ya debatía si darles pensiones especiales o no.

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A lo largo de todo el país, los escasos recursos de millones de familias han sido una situación constante. En los años noventa, autoridades eclesiales denunciaron la falta de atención a las familias numerosas de escasos recursos. Archivo EL UNIVERSAL.

Lo más curioso fue que en plena sesión se leyó un telegrama: la pareja formada por Carola Pérez y su esposo Pedro recién había concebido siete niños en la población de San Pedro. Sobra decir que este matrimonio esperaba con ansias la resolución.

A pesar de anécdotas así, aquel año repuntó la influencia del fascismo en la planificación familiar. El Gran Diario de México informó sobre la intensa campaña de natalidad del partido Nazi de Alemania, en busca de la “conservación de la pureza racial”.

Por si la sola idea fuera poco, se explicaba que se trataba de más que declaraciones en la prensa alemana. El sector salud del gobierno de Hitler coordinaba escuelas, cine, arte, ciencias y literatura en su campaña para evitar matrimonios entre individuos “de raza germana” y judíos, entre otras etnias.

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Wilhelm Frick, ministro de Interior para el gobierno del canciller Adolf Hitler, fue el encargado de proyectar las leyes que impulsaron políticas como la eugenesia para la "purificación racial", entre otras políticas del régimen nazi. Imagen: NDA, Polonia.

Aunque en ocasiones no se hablaba de forma directa en contra del pueblo judío, sí que se insistía en que los ciudadanos alemanes debían conocer “su valor biológico”, puesto que “una numerosa familia con un alto coeficiente de salud heredada decidirá finalmente la vida del pueblo alemán en el corazón de Europa”.

Sin embargo, luego de terminada la Segunda Guerra Mundial, en la década de los 40, la situación dio un vuelco muy distinto en parte del continente europeo: la población de los países que habían vivido los horrores y hambrunas de la contienda, en su mayoría, se negaban a tener hijos, pues temían que estallara otra guerra y sufrieran lo mismo que ellos.

Menos hijos y más vida: la opinión de los años setenta

Fue en la década de los 70 que las páginas de esta casa editorial registraron nuevas opiniones sobre crianza y reproducción humana.

A más de veinte años del fin de la Segunda Guerra Mundial muchos países tanto en oriente como occidente se recuperaban en lo económico y social, pero surgieron problemas como la Crisis del Petróleo de 1973.

Por otro lado, había pasado al menos una década desde el comienzo del movimiento de liberación femenina, que coincidió con la distribución inicial de inventos como la pastilla anticonceptiva.

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A raíz del cambio de mentalidad, poco a poco se veía más seguido a los infantes convivir en el día a día sólo con sus padres. Archivo EL UNIVERSAL.

Sin embargo, la pobreza y las hambrunas contribuían rápidamente al crecimiento de la población en la mayor parte del mundo. Quizá por un contexto tan complejo, las encuestas revelaron cambios en la mentalidad de las madres y las parejas europeas, según la edición de EL UNIVERSAL del 4 de agosto de 1975.

En Polonia, la Oficina Central de Estadística de Varsovia dio a conocer que el 89% de las mujeres mayores de 30 años no deseaban tener más de dos hijos. Por su parte, las mujeres de entre 20 y 29 años no querían más de uno.

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Al igual que en la época de la Segunda Guerra Mundial, Polonia enfrentó adversidades económicas en la década de 1970. En la imagen se ven varias familias comprando el popular pan tradicional en forma de rosquilla, que sin duda estuvo muy presente en las mesas polacas. Archivo Nacional de Polonia.

Un detalle que resaltaba era que la opinión predominó sin importar factores como el arraigado catolicismo polaco o la posición económica de las encuestadas. Según el reportaje de Bárbara Frank, la respuesta era la misma hasta de mujeres casadas sin preocupaciones materiales.

Algo similar pasó en Dinamarca, donde una encuesta señaló que el 84% de los “jóvenes de ambos sexos en edad de casarse” expresaron estar de acuerdo en que los hijos no debían consumir más de una tercera parte del tiempo y bienes de una pareja “porque los padres tienen derecho a vivir su vida”.

Esta opinión danesa tenía un por qué muy claro: el evidente hecho de que opciones de vida como viajar, salir o estudiar, muchas veces deben descartarse por las exigencias de atender a varios hijos.

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Salir de paseo o de viaje son experiencias que todos buscamos en la medidad de nuestras posibilidades. Quienes tienen su propia familia, saben que los planes para una o dos personas son muy diferentes a los que contemplan ir con todo y "chilpayate". Archivo EL UNIVERSAL.

Inglaterra pensaba muy similar, ya que el mismo reportaje mencionó el sondeo que hizo una publicación orientada al público femenino inglés. Se les preguntó a las lectoras qué era preferible: ser una pareja con varios hijos o elegir viajar, cultivarse y frecuentar espectáculos.

Las respuestas, que fueron miles, ayudaron a perfilar el punto de vista de las inglesas: mientras que un solo hijo no perturbaba el “plan de vida”, dos lo hacían difícil y tres, imposible.

Por último, en Estados Unidos, se hablaba de la “adolescencia criminal”, es decir, los jóvenes que andaban en “malos pasos” y, a su vez, complicaban la paternidad o maternidad en sus hogares.

Bandas de punk como Ramones influyeron en la estética y conducta rebelde de los adolescentes de Estados Unidos y Reino Unido. Instagram.

Parejas mexicanas: muy distintas para opinar igual

También en agosto, pero de 1979, el reportero de EL UNIVERSAL, Miguel Ángel Alba realizó un ejercicio similar, aunque con una muestra menos multitudinaria a las europeas. Salió a las calles y entrevistó desde madres primerizas hasta parejas de la tercera edad.

Tomás, un padre casado y con cuatro hijos comentó que, si bien creía que cada pareja debía decidir cuántos vástagos tener dependiendo de sus creencias, también le parecían buena idea las campañas de planificación familiar.

Leticia y Ricardo no dieron rodeos: toda pareja debería ponerse el límite de dos hijos. María Teresa mencionó la misma cifra, pues pensaba que así se les puede dar lo mejor.

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Quienes crecieron con un sólo hermano recuerdan que sólo había una de dos al crecer: o uno tenía más que el otro, o ambos tenían siempre lo mismo. Es por eso que resultaría usual ver hermanos o hermanas vestidos igual. Archivo EL UNIVERSAL.

Tanto la esposa de Tomás como María Teresa afirmaron usar anticonceptivos, aunque sólo la segunda especificó: el método del ritmo. Más que el número de pequeñines para el hogar, el tema polémico resultaron ser las creencias religiosas.

Para Leticia y Ricardo, al igual que Tomás y su esposa, el tema de la religión estaba más que atrás, pero Teresa sí dijo estar inconforme con la prohibición de anticonceptivos como la pastilla, la espuma vaginal y el entonces aún inusual preservativo.

Quien más tajante fue al respecto era Margarita, quien declaró de forma cortante que no hacía caso de indicaciones médicas si las mismas no concordaban con lo que le decía su cura. Para ella, el número de vástagos no era su decisión: “pos a ver qué dicen Dios y mi marido”.

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Reportajes posteriores de este diario revelaron que las campañas de planificación familiar tenían impacto dispar en distintas zonas del país. Archivo EL UNIVERSAL.

Por último, un matrimonio de la tercera edad comentó que interrumpir el embarazo “atenta contra las leyes de la naturaleza”. En todo caso, dijeron, la opción era la esterilización, una vez que la pareja hubiese tenido ya sus hijos y decido parar.

Las madres y padres mexicanos de finales de los años setenta eran como una escala de grises a la ahora de opinar sobre la decisión de cuántos hijos tener. Sería cuestión de años para ver en la realidad los efectos de las nuevas formas de pensar y construir familias.

La película Una familia de tantas retrató la vida de una familia numerosa (aunque acaudalada) en el México de los años cuarenta. La primera escena retrata a tres hermanas y un pequeño en espera de que el hermano mayor desocupe el baño. Tomado de YouTube.

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