Todas las personas precisamos del cerebro para mantenernos con vida y poder adaptarnos al mundo en que vivimos. Este órgano contiene miles de millones de neuronas organizadas en estructuras que coordinan el pensamiento, las emociones, la conducta, el movimiento y las sensaciones, según un informe del Instituto Mayo Clinic.
Desde la Fundación Pasqual Maragall (España) explican que, a través de los sentidos, el cerebro recibe un flujo enorme de información del mundo que rodea a las personas. Este la procesa y hace que cobre significado, organiza y controla el movimiento, además de tener otras funciones como regular la temperatura corporal, la circulación sanguínea, la respiración y la digestión.
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En este marco, una función que cumple el cerebro es la de formar y mantener nuestra memoria, que la gran mayoría relaciona directamente con los recuerdos. Sin embargo, lo que las personas aprenden y recuerdan “no parece procesarse ni almacenarse en las mismas regiones cerebrales, por lo que ninguna estructura cerebral o mecanismo celular puede explicar todos los tipos de aprendizaje”, sentencia el profesor de neurociencia y psicobiología Diego Redolar Ripoll, de la Universitat Oberta de Catalunya (España).
Es en este marco que la Universidad de Nueva York le dio forma a una investigación que arrojó un resultado sorprendente. El estudio plantea que no solo las neuronas almacenan lo que las personas experimentan, sino que células que se encuentran en otras partes del cuerpo formarían evocaciones y por lo tanto ayudarían a construir la memoria y almacenar recuerdos.
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El investigador principal del estudio, Nikolay V. Kukushkin, afirma que “otras células del cuerpo también pueden aprender y formar recuerdos”. Para reforzar su teoría, los investigadores estudiaron células que no se encuentran en el cerebro, como el tejido renal y el tejido nervioso periférico, y descubrieron que ante ciertos estímulos generan un “gen de la memoria” que detecta patrones de información y procede a formar recuerdos.
Al respecto, Kukushkin remarcó que “la capacidad de aprender a partir de la repetición espaciada no es exclusiva de las células cerebrales, sino que podría ser una propiedad fundamental de todas las células”. A partir de estos resultados, los científicos entienden que se abren nuevas puertas en la ciencia para estudiar cómo es que se forma la memoria de las personas y cómo mejorar el aprendizaje y los tratamientos contra los problemas de memoria.
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