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Para celebrar las fiestas patrias , un grupo de alpinistas decidió escalar el volcán Iztaccíhuatl, pero en su intento se perdieron durante varios días y al menos dos de ellos tuvieron que ser trasladados al hospital en estado de gravedad.
El 18 de septiembre de 1963 este diario reportó que miembros de la brigada de rescate de alta montaña de la Cruz Roja llegaron al albergue Las Láminas en las faldas del Iztaccíhuatl para bajar a ocho alpinistas.
José Espinosa sufría de agotamiento y “congelamiento” en los dedos de la mano derecha y parte de la izquierda, mientras que Miguel Ovando estaba en estado de shock, presentaba anemia y una depresión nerviosa. Los médicos consideraron que solo uno de ellos estaba en riesgo de muerte.
El grupo de alpinistas llamado “Everest Jr” estaba formado en su mayoría por novatos: Evangelina Zavala, Daniel Mota, Alberto Díaz, Rodolfo Urrutia, Miguel Ovando, María del Socorro Torres, Juan Díaz y José Espinosa.
Así se reportó su desaparición
Un día antes, alrededor de la una de la tarde, el señor Alberto Díaz, familiar de uno de ellos, avisó a la Cruz Roja que Juan Díaz y otros alpinistas habían intentado escalar el Iztaccíhuatl desde el sábado, pero no habían vuelto a casa. Temía que algo grave les hubiera ocurrido, pues todos debían regresar el lunes por la noche.
La alerta llegó al jefe del cuerpo de rescate de alta montaña de la Cruz Roja, Higinio Alvarado, quien era considerado uno de los alpinistas más experimentados de la República. La nota dice que en menos de quince minutos, uno de los camiones de carga de la Cruz Roja, salió la brigada hacia la población de San Rafael, en el Estado de México.
Desde ahí seguirían a pie para llegar a “la cabeza de la ‘Mujer Dormida’”. Con la ayuda de un vehículo jeep llegaron en tres horas al albergue de Chalchoapan, donde encontraron a los ocho alpinistas muy espantados, sin comida y preocupados por quienes estaban enfermos.
Cuando dos de los jóvenes más enfermos comenzaron a reaccionar, el grupo de rescate decidió dejar el albergue. Para lograrlo usaron camillas y al resto los tomaron de las manos o brazos para ayudarles a caminar y así evitar un accidente.
No fue fácil el descenso. El fuerte viento continuaba y la ventisca iba en aumento mientras avanzaba la noche y todo se oscurecía. “Apenas lograban caminar a razón de medio kilómetro por hora”. Rescatistas y alpinistas llegaron al caer la noche al pueblo de San Rafael, donde ya los esperaba una ambulancia.
Inexperiencia y mal tiempo, las causas
Una vez a salvo, este diario entrevistó a una de las mujeres del grupo: María del Socorro Yáñez, quien contó cómo ocurrieron los hechos.“En realidad no nos extraviamos. José Espinosa se sintió enfermo, agotado. En un momento dado, no podía seguir caminando. Nos encontrábamos en esos momentos, casi en el cuello del Iztaccíhuatl”, recordó la montañista.
El grupo caminó hasta el albergue Las Láminas donde esperaron mientras José reponía fuerzas para continuar y otro de los compañeros fue a San Rafael en busca de un médico. El doctor le inyectó a José una sustancia y se fue sin darles alguna indicación; sin embargo, después fue Miguel Ovando quien ya no tenía fuerza, estaba agotado y con una crisis nerviosa.
Por el estado de sus compañeros y el aumento del mal tiempo, el grupo decidió quedarse en el albergue en espera de los primeros auxilios para todos. José Espinosa y Miguel Ovando se quedaron en recuperación y solo expresaron palabras de agradecimiento para quienes los rescataron cuando estuvieron a punto de morir.
Fuente:
Hemeroteca de EL UNIVERSAL.