La Organización Mundial de la Salud (OMS), en mayo de 2023, emitió una directriz respecto a los edulcorantes no azúcar, advirtiendo sobre los riesgos potenciales de su uso prolongado. Según esta directriz, el uso de estos edulcorantes no conlleva beneficios significativos a largo plazo en la reducción de la grasa corporal. Más preocupante aún, se ha sugerido que podrían aumentar el riesgo de enfermedades como la diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares en adultos.
Entre los edulcorantes mencionados por la OMS que se recomienda evitar se encuentran el acesulfamo-K, el aspartamo, el advantamo, los ciclamatos, el neotamo, la sacarina, la sucralosa, la estevia y los derivados de la estevia. Estos componentes son comunes en muchos alimentos y bebidas procesados, y su impacto a largo plazo en la salud sigue siendo un área de investigación activa.
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Frente a este panorama, los nutricionistas y expertos en alimentación recomiendan alternativas naturales ante estos edulcorantes. Estas opciones no solo son más seguras, sino que también pueden aportar beneficios adicionales para la salud. Una opción popular es el uso de especias como la canela o la vaina de vainilla, que pueden añadir un toque dulce y aromático a las bebidas como el café. Estas especias, además de endulzar, aportan antioxidantes y tienen propiedades antiinflamatorias.
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Otra alternativa, teniendo en cuenta las observaciones de la OMS, es el uso de frutas en lugar de edulcorantes artificiales. Por ejemplo, la manzana en las carnes o la banana en las tortas pueden aportar dulzura natural además de fibra y nutrientes esenciales. El coco rallado es otra opción recomendable, ya que aporta una textura interesante y un sabor dulce y natural a diversas preparaciones.
La recomendación de la OMS es aplicable a todas las personas, con la excepción de aquellos con diabetes preexistente. En este caso, se deben seguir las prescripciones indicadas por quienes controlen el tratamiento o algún profesional de la salud. Es que el uso de edulcorantes no nutritivos ha sido una práctica común para quienes buscan reducir el consumo de azúcar, pero la nueva directriz de la OMS invita a reconsiderar esta elección.