Durante muchos años, las plantas han sido consideradas como seres vivos simples, pero investigaciones recientes sugieren que poseen habilidades notables. Estudios revelan que las plantas pueden reconocer la identidad genética de sus vecinas, ajustar sus comportamientos y colaborar de maneras sorprendentes.
Susan Dudley, ecología evolutiva y autora de un estudio realizado por la Universidad McMaster en Hamilton (Canadá), señala que a pesar de no poseer de sistema nerviosos las plantas se preocupan por sus pares genéticamente más cercanos: “Necesitamos reconocer que las plantas no solo perciben si hay luz o no o si han sido tocadas, si no con quién están interactuando”.
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Además, la especialista afirmó que las plantas expanden sus raíces con las no similares, pero limitan su crecimiento con sus parientes, favoreciendo la distribución equitativa de recursos. “Lo más novedoso de nuestro trabajo es que hemos observado que las plantas que crecen rodeadas de sus hermanas producen más flores y flores más atractivas que aquellas que se rodean de plantas extrañas, no emparentadas genéticamente”, mencionó el investigador Rubén Torices, que trabaja en la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC.
Este fenómeno sugiere que las plantas cooperan con sus familiares para atraer más polinizadores, mejorando así su reproducción. Los arbustos de artemisa y Artemisia tridentata, emiten sustancias químicas que inducen a las plantas vecinas a volverse tóxicas para los enemigos comunes, demostrando posibles señales de reconocimiento de parentesco.
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Por su parte, las plantas de Arabidopsis thaliana ajustan la disposición de sus hojas cuando crecen con parientes, minimizando la sombra de sus vecinas.
A todo este análisis se le suma un estudio realizado en la Universidad de Agricultura de China que sugiere que el cultivo de arroz con parientes cercanos puede aumentar el rendimiento en un 5% en comparación con plantas no relacionadas, indicando posibles beneficios en la producción agrícola.
El debate sobre la sofisticación del comportamiento vegetal continúa, aunque estos descubrimientos fueron de muchísima fascinación para algunos, otros biólogos exigen más rigurosidad en las pruebas antes de aceptar completamente la idea de que las plantas pueden comunicarse y cooperar.
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