La espirulina, un alga microscópica de color verde azulado, se ha popularizado en las últimas décadas como un suplemento alimenticio lleno de proteínas, vitaminas, minerales y antioxidantes. Aunque sus beneficios para la salud son ampliamente reconocidos, especialmente por sus propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, es importante tener en cuenta que su consumo no siempre es adecuado para todos, en particular para aquellas personas con problemas renales.
La espirulina es conocida por sus propiedades para ayudar en la eliminación de toxinas del cuerpo, un proceso que depende en gran medida de la función renal. En personas con riñones saludables, la espirulina puede apoyar la desintoxicación y prevenir el daño oxidativo en los tejidos renales. Sin embargo, cuando los riñones ya presentan alguna insuficiencia o disfunción, la espirulina puede ser contraproducente debido a su alto contenido en proteínas y minerales, que pueden sobrecargar estos órganos, según la National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases.
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Las personas con insuficiencia renal deben tener especial cuidado al consumir espirulina. Dado que los riñones en mal estado no pueden procesar eficientemente el exceso de proteínas y minerales, el consumo de espirulina puede aumentar la acumulación de toxinas en el cuerpo y empeorar los síntomas de la enfermedad renal. Esto se debe a que las cianobacterias presentes en la espirulina contienen compuestos que pueden incrementar los niveles de metales pesados como el cadmio, un elemento tóxico que puede afectar negativamente a los riñones.
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Incluso en personas con riñones saludables, es posible que la espirulina cause efectos secundarios leves. Algunos de estos incluyen reacciones alérgicas como erupciones cutáneas, picazón o enrojecimiento de la piel. Además, la espirulina tiene propiedades anticoagulantes, lo que significa que las personas que padecen trastornos de la coagulación o que están tomando medicamentos anticoagulantes deben evitar su consumo.
Dado que la espirulina puede interactuar con ciertos medicamentos o agravar condiciones preexistentes, es fundamental que cualquier persona interesada en incorporarla a su dieta consulte a un médico. Especialmente aquellos que padecen enfermedades renales, problemas de coagulación o que están tomando medicamentos para tratar estas condiciones deben ser cautelosos. El médico puede ofrecer una evaluación personalizada sobre si la espirulina es adecuada o no.
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