La vitamina D es un nutriente fundamental para el buen funcionamiento del cuerpo, pero su deficiencia es más común de lo que parece, sobre todo en personas que viven en climas fríos o que pasan mucho tiempo en interiores. Aunque nuestro organismo puede producir vitamina D con la exposición solar, muchas personas no logran obtener la cantidad suficiente, lo que puede llevar a problemas de salud a largo plazo.
Uno de los efectos más conocidos de la deficiencia de vitamina D es su impacto en la salud ósea, según la Biblioteca Nacional de Medicina. Esta vitamina es esencial para la absorción del calcio, un mineral clave para mantener huesos fuertes. Cuando los niveles de vitamina D son insuficientes, el cuerpo no puede procesar correctamente el calcio, lo que incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades como la osteoporosis en adultos o el raquitismo en niños. Ambas condiciones debilitan los huesos, haciéndolos más propensos a fracturas.
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La falta de este nutriente no solo afecta a los huesos. Estudios recientes han demostrado que niveles bajos de vitamina D pueden debilitar el sistema inmunológico, aumentando la susceptibilidad a infecciones y virus. Además, también se ha vinculado con problemas de salud mental, ya que su deficiencia podría contribuir a la aparición de síntomas de depresión y ansiedad. Incluso se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2.
Afortunadamente, es posible prevenir esta deficiencia mediante una combinación de una dieta adecuada y una exposición solar controlada. Los alimentos ricos en vitamina D incluyen pescados grasos como el salmón y la caballa, yemas de huevo, hongos expuestos al sol y productos fortificados como la leche y los cereales. Incluir estos alimentos en la dieta diaria puede ayudar a mantener los niveles de vitamina D en el rango adecuado.
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La exposición solar moderada también es clave. Para muchas personas, entre 15 y 20 minutos de sol al día son suficientes para que el cuerpo genere la cantidad necesaria de vitamina D. Sin embargo, en zonas donde la exposición al sol es limitada, sobre todo en invierno, puede ser necesario recurrir a suplementos bajo la supervisión de un médico.
Aunque la deficiencia de vitamina D puede no mostrar síntomas evidentes al principio, algunas señales de alerta incluyen debilidad muscular, dolor en los huesos y fatiga constante. Si se ignoran, estos síntomas pueden evolucionar en condiciones más graves, como fracturas óseas o un sistema inmunológico comprometido. Por ello, es importante vigilar los niveles de vitamina D y actuar si se presentan estos signos.
Mantener un buen nivel de vitamina D es esencial para la salud ósea, el sistema inmunológico y el bienestar general del cuerpo. A través de una dieta equilibrada y exposición solar adecuada, es posible evitar las complicaciones asociadas con su deficiencia.
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