En la cocina de Medio Oriente existe un alimento que ha ganado popularidad en todo el mundo: el hummus. Este delicioso dip no solo es un placer para el paladar, sino que también brinda notables beneficios para la salud, especialmente en la protección del corazón y del aparato digestivo.
Según la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, una buena nutrición implica una alimentación saludable que proporciona al cuerpo la energía y los nutrientes necesarios. Esto incluye proteínas, carbohidratos, grasas, vitaminas, minerales y agua. En esta línea, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que una dieta equilibrada ayuda a protegernos de la malnutrición y de enfermedades no transmisibles como diabetes, colesterol alto, cardiopatías y cáncer.
El hummus, en cualquiera de sus versiones, es ideal para sumar a cualquier comida debido a su base de legumbres o verduras. La receta tradicional, que incluye garbanzos, jugo de limón, aceite de oliva y tahini (pasta de semillas de sésamo), es particularmente beneficiosa.
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Los garbanzos, el ingrediente principal del hummus, son ricos en proteínas, hidratos de carbono, vitaminas del grupo B, y minerales como manganeso, hierro, zinc y cobre. Estos nutrientes son esenciales para fortalecer el sistema inmunitario y mantener la salud general.
El aceite de oliva, otro componente crucial del hummus, ayuda a prevenir problemas de hipertensión arterial y a reducir los niveles de colesterol LDL (malo) mientras aumenta el HDL (bueno). María Asensio, miembro de la Comisión de Sanidad del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunidad Valenciana (CODiNuCoVa), destaca estos beneficios del aceite de oliva en el hummus.
El jugo de limón en el hummus, por su parte, aporta vitamina C, que es fundamental para el sistema inmunitario. El tahini agrega fibra, vitamina B6 y B12, necesarias para el funcionamiento correcto del sistema nervioso.
Andrea Calderón, de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), resalta que el hummus es una importante fuente de calcio, procedente tanto del garbanzo como de las semillas de sésamo. También proporciona fibra dietética, vitaminas A, E y del grupo B, así como antioxidantes.
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Los garbanzos en el hummus mejoran la digestión gracias a su contenido en hidratos de carbono de absorción lenta y almidón resistente. Esto permite una digestibilidad más lenta, lo que se traduce en una menor subida del azúcar en sangre y una mayor sensación de saciedad.
Los oligosacáridos presentes en los garbanzos actúan como prebióticos, favoreciendo el crecimiento de bacterias beneficiosas en el colon. Este efecto prebiótico es crucial para mantener una microbiota intestinal saludable y regular el tránsito intestinal.
La Asociación Americana del Corazón (AHA) recomienda priorizar la proteína vegetal frente a la animal, y el hummus surge como una excelente alternativa. El hummus ofrece un perfil completo de aminoácidos y contiene ácido fólico (vitamina B9), esencial para el sistema cardiovascular y la síntesis de ADN.
El aceite de oliva en el hummus aporta ácidos grasos, incluyendo el omega 9, que intervienen en la configuración de la membrana celular y tienen propiedades antioxidantes y antiinflamatorias.