El aloe vera, conocido como una de las plantas más versátiles y beneficiosas para el cuidado personal, ha sido utilizado durante siglos por sus propiedades curativas y regenerativas. Proveniente de climas cálidos, esta planta es especialmente apreciada por el gel que se extrae de sus hojas, el cual se ha convertido en un recurso esencial para tratar diversas afecciones cutáneas, incluidas las quemaduras solares. Aquí exploramos por qué esta planta es tan valorada y cómo aprovechar al máximo sus propiedades.
El aloe vera contiene más de veinte sustancias activas que lo convierten en un aliado natural para el cuidado de la piel. Entre sus componentes destacan:
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Gracias a esta composición, el aloe vera no solo hidrata profundamente, sino que también mejora la elasticidad de la piel, promueve la cicatrización y alivia las molestias causadas por quemaduras solares.
Uno de los usos más comunes del aloe vera es como tratamiento para las quemaduras solares. Su acción antiinflamatoria reduce la sensación de ardor y enrojecimiento, mientras que sus propiedades hidratantes ayudan a restaurar la barrera natural de la piel. Además, el gel de aloe vera estimula la producción de fibroblastos, células responsables de generar colágeno, lo que favorece una recuperación más rápida y previene la formación de cicatrices.
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Aunque el uso del aloe vera en su forma natural es popular, los expertos, como los especialistas de Mayo Clinic, advierten sobre los riesgos de aplicar directamente el gel de la planta sin un adecuado control de higiene. Existe la posibilidad de que la piel reaccione con alergias o irritaciones. Por ello, se recomienda optar por productos comerciales que incluyan aloe vera como ingrediente principal, combinados con otros componentes para maximizar sus beneficios.
En casos de exposición solar, se puede aplicar el gel puro inmediatamente después de lavar la piel con agua fría. Sin embargo, para un uso más práctico y regular, lo ideal es incorporarlo en cremas o sérums diseñados para hidratar y regenerar la piel.
El aloe vera es especialmente útil en momentos específicos, como después de la exposición solar o una vez a la semana como parte de una rutina de cuidado. Aunque su uso diario es posible, se sugiere hacerlo en formulaciones especializadas para evitar la sensación tirante que puede dejar el gel en su estado natural.
Se debe realizar una prueba de sensibilidad antes de aplicar aloe vera en grandes áreas de la piel. Además, quienes padecen afecciones dermatológicas específicas deben consultar con un dermatólogo para determinar la mejor forma de aprovechar sus propiedades.
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