Margaret Howe Lovatt creció con animales que hablaban. Libros como ‘Miss Kelly’ -relato en el que un gato aprende a hablar- la inspiraron a adentrarse al mundo de la biología y las ciencias naturales, convirtiéndose en una naturalista aficionada que soñaba con poder aportar al mundo de los animales.
Su deseo era tan grande, que a sus 23 años se abrió la oportunidad de su vida. Un proyecto que nunca dudó en rechazar y que lograría acercarla a su meta más preciada: enseñarle a un animal cómo comunicarse con un ser humano a partir del lenguaje verbal.
Todo comenzó en 1963 cuando estaba en una fiesta familiar en las Islas Vírgenes de los Estados Unidos. Allí, su cuñado mencionó que había un laboratorio secreto en el extremo este de la isla de Saint Thomas, en donde estaban trabajando con delfines.
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En efecto, para ese entonces el científico y director del laboratorio Gregory Bateson estaba haciendo un experimento que pretendía enseñarle a hablar a tres jóvenes delfines: Sissy, Pamela y Peter. Todos estaban en un gran acuario subterráneo creado exclusivamente para la investigación científica, el cual Lovatt visitó apenas supo de su existencia.
Según lo que se relata en el documental ‘La chica que hablaba con los delfines’ del medio británico ‘BBC’, Bateson quedó gratamente sorprendido con la primera visita de la joven. Para él no era común recibir algún tipo de ofrecimiento y más por parte de alguien que no estaba entrenado o capacitado para interactuar todo el tiempo con animales.
No obstante, quedó fascinado con las habilidades de observación de la mujer, razón por la cual le ofreció quedarse todo el tiempo que quisiera. Y así lo hizo. Margaret viajaba todas las veces que le era posible al ‘delfiniario’ hasta que un día, sin darse cuenta, comenzó a trabajar con ellos.
En 1964, después de haber generado una conexión con estos cetáceos, empezó a trabajar formalmente con ellos a partir de actividades y lecciones que les ayudaran a recrear sonidos humanos. Su rutina era casi siempre la misma: ir desde muy temprano, sumergirse con ellos y salir en horas de la noche para regresar a casa. Parecía un trabajo casi normal, pero por estos horarios, que limitaban la estadía de Lovatt con los animales, no veía los resultados que quería.
Fue entonces cuando decidió que lo mejor sería permanecer las 24 horas del día con ellos, pues en la noche se podría desperdiciar parte de su potencial.
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Como consecuencia de esta decisión, la relación entre los animales y la naturalista se fue estrechando cada vez más. Lovatt y Bateson vivieron en el edificio durante tres meses, después de haber impermeabilizado todo el lugar y creado una atmósfera adecuada para que pudieran vivir con los mamíferos.
Desde un inicio buscaron avanzar lo más pronto con la investigación, razón por la cual esto les pareció una gran idea para poder generar resultados más prontos. Sin embargo, no contaban con que Peter, el único delfín macho, estaba en una edad reproductiva en la cual fácilmente podía excitarse.
“Elegí trabajar con Peter porque él no había tenido ningún entrenamiento de sonido similar al humano y los otros dos sí”, explicaba Margaret en el documental. Resulta que la científica decidió acogerlo para poder centrarse en su desarrollo, el cual fue documentado en una serie de cintas en las que se escucha cómo le trataba de dar instrucciones a Peter.
Pero todo comenzó a tornarse un poco extraño cuando se dio cuenta de que el delfín tenía impulsos sexuales por ella. En la serie documental se puede ver un testimonio que decía: “No fue sexual de mi parte. Sensual quizás. Me pareció que hizo que el vínculo fuera más estrecho. No por la actividad sexual, sino por la falta de tener que seguir rompiendo. Y eso es realmente todo lo que era. Estaba allí para conocer a Peter. Eso era parte de Peter”.
El escándalo se desató cuando se enteraron que Margaret estimulaba al delfín cuando este se frotaba en su cuerpo. Según ella, transportarlo constantemente hacia donde estaban Sissy y Pamela era bastante complicado, interrumpía las lecciones y retrasaba el proceso.
La primera vez que se escuchó hablar de esta historia fue en 1970 en la revista estadounidense ‘Hustler’. En ella, había un artículo que describía la relación entre los dos. Así comenzó el declive del experimento que fue incluso financiado por la Nasa y la Marina de los Estados Unidos, ya que les interesaba hablar con formas de vida extraterrestres.
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Debido al escándalo y a que también se supo que trabajan con drogas LSD en los mamíferos, rápidamente el proyecto se quedó sin fondos y tuvieron que cerrar las instalaciones.
Los delfines fueron llevados a otro laboratorio en donde se encargaría del bienestar de los animales y Lovatt, por su parte, se desvinculó definitivamente del proyecto.
Sin embargo, unas semanas después, se enteró de que Peter se deterioró rápidamente y fue ahí cuando recibió malas noticias. El mamífero había fallecido “por la tristeza” y por las condiciones de cautiverio en las que se encontraba.
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