En un contexto en el que se ha convertido en una preocupación creciente a nivel global, la búsqueda de soluciones prácticas es esencial para mejorar la salud pública.

Un reciente estudio de la Universidad de Limerick, publicado en la National Library of Medicine, aporta una solución accesible y efectiva: caminar tras las comidas.

Para los adultos mayores resulta un ejercicio altamente recomendable para mejorar su calidad de vida y mantenerse activos. Foto: Pixabay
Para los adultos mayores resulta un ejercicio altamente recomendable para mejorar su calidad de vida y mantenerse activos. Foto: Pixabay

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¿Caminar después de comer?

La investigación irlandesa muestra que interrumpir periodos prolongados de sedentarismo con actividades leves, como caminar, puede reducir de manera significativa la glucosa en sangre después de las comidas.

Este hallazgo es crucial, ya que un alto nivel de azúcar postprandial está vinculado a un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y otras afecciones metabólicas.

El estudio resalta que, aunque las caminatas no necesitan ser intensas ni prolongadas, la frecuencia y la regularidad de estas pausas activas tienen un impacto positivo en la salud cardiometabólica.

La investigación también revela que el momento óptimo para realizar estas caminatas es justo después de comer, preferiblemente dentro de la primera hora y media.

Según los autores del estudio, liderado por Alan E. Donnelly y Brian P. Carson, levantarse de la silla y caminar de manera leve tras cada comida puede ser más beneficioso que permanecer sentado. Este enfoque es especialmente relevante en el contexto actual, donde el home office ha incrementado los periodos de sedentarismo en la vida diaria.

Además de activar tu cuerpo durante unos minutos, disminuye el estrés, la ansiedad y ayuda a restablecer vínculos con la comunidad. Foto: Pixabay
Además de activar tu cuerpo durante unos minutos, disminuye el estrés, la ansiedad y ayuda a restablecer vínculos con la comunidad. Foto: Pixabay

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Además, un análisis complementario del Hospital Clínic-IDIBAPS de Barcelona y del CIBERDEM destaca que el ejercicio regular, como caminar, mejora la sensibilidad a la insulina. Los músculos, al liberar microARNs específicos durante la actividad física, facilitan el manejo de la glucosa en sangre, proporcionando una nueva diana terapéutica para la diabetes tipo 2.

Incorporar caminatas breves y regulares a la rutina diaria no solo es una solución accesible para quienes buscan combatir el sedentarismo, sino también una estrategia eficaz para mantener niveles saludables de azúcar en sangre y mejorar la salud general. Caminar no requiere grandes esfuerzos ni equipamiento especial, solo el compromiso de dar un paso hacia un estilo de vida más activo.

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aov/aosr


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