La corona de Cristo, conocida científicamente como Euphorbia milli, es una planta originaria de Madagascar que ha encontrado su lugar en los jardines y hogares de México. Esta no solo destaca por sus vistosas flores, sino también por sus propiedades medicinales que la convierten en un recurso valioso para tratar diversas afecciones.

La pertenece a la familia Euphorbiaceae y es un arbusto espinoso que puede alcanzar hasta 150 centímetros de altura. Sus tallos están cubiertos de espinas rectas de hasta tres centímetros, y sus hojas verdes y pequeñas culminan en una roseta. Las flores, que pueden variar en tonos desde el amarillo hasta el rojo, son penduladas y dentadas, ofreciendo un espectáculo visual durante casi todo el año.

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Esta planta es fácil de encontrar en barrancos, laderas y lugares con media sombra en zonas tropicales. Para su cultivo óptimo, se recomienda ubicarla en lugares con pleno sol o semisombra, evitando el frío, ya que no es tolerante a bajas temperaturas. Necesita un riego moderado en primavera y otoño, más abundante en verano, y mínimo en invierno. Además, un buen drenaje es esencial para su crecimiento saludable.

El uso de la corona de Cristo va más allá de lo ornamental. Según el Atlas de las Plantas de Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM, esta planta tiene propiedades medicinales significativas. El látex que se desprende de ella, aunque puede ser tóxico si no se maneja correctamente, es muy útil en fitoterapia para tratar la diarrea, el malestar estomacal y los mareos. Además, las hojas de la planta son utilizadas para tratar erupciones en la piel, salpullido y reumas.

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A pesar de sus beneficios, es importante manejar esta planta con cuidado debido a su látex o jugo lechoso, que es muy irritante al contacto con la piel. Se recomienda evitar el contacto con los ojos y la piel, y usar guantes al manipularla. En caso de contacto accidental, es fundamental enjuagar la zona afectada con agua y jabón inmediatamente.

El látex de la corona de Cristo puede causar dolor abdominal, hemorragias intestinales, irritación de la boca y garganta, y vómitos si se ingiere o entra en contacto con la piel. Por ello, es crucial mantener esta planta fuera del alcance de niños y mascotas, ya que su ingesta puede ser tóxica e irritante.

Antes de utilizar cualquier planta medicinal como remedio casero, es esencial consultar a un médico para evitar reacciones adversas inesperadas. La corona de Cristo, con todas sus propiedades curativas, debe ser manejada con el respeto y la precaución que cualquier medicamento requiere.



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