La naturaleza nos ofrece una amplia gama de plantas medicinales, y una de las más valoradas por sus propiedades curativas es la caléndula. Esta flor ha sido utilizada durante siglos tanto en la medicina tradicional como en la cosmética, destacándose especialmente por su capacidad para sanar cicatrices. Gracias a sus componentes bioactivos, la caléndula no solo ayuda a cicatrizar heridas, sino que también combate infecciones y reduce inflamaciones, convirtiéndose en una opción versátil en tratamientos tópicos.
La caléndula es rica en flavonoides, compuestos que tienen un poderoso efecto antiinflamatorio y antioxidante. Estos componentes son responsables de su capacidad para promover la regeneración de la piel, lo que la convierte en un ingrediente clave en cremas y pomadas diseñadas para tratar cicatrices. Cuando se aplica en la piel, esta flor ayuda a reducir la hinchazón y acelera el proceso de cicatrización, lo que resulta particularmente útil en heridas superficiales, quemaduras leves e incluso úlceras venosas.
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Diversos estudios han respaldado el uso de la caléndula en tratamientos de cicatrización. Por ejemplo, una investigación publicada en The Journal of Family Medicine and Primary Care mostró que las mujeres que habían pasado por cesáreas experimentaron una recuperación más rápida y con menos inflamación al aplicar pomadas a base de caléndula en las cicatrices. Además, otro estudio realizado en 2016 y difundido en The Journal of Wound Care demostró que los extractos de caléndula favorecieron la curación de úlceras venosas, con una tasa de recuperación superior al 7% en una semana, superando significativamente al grupo que no usó este tratamiento.
El uso tópico de la caléndula es el más popular debido a su efectividad en el cuidado de la piel. Se puede encontrar en productos como cremas, pomadas y aceites. Para preparar aceite de caléndula, las flores se mezclan con aceites base como el de coco o de oliva, creando una solución ideal para aplicar en cicatrices, picaduras de insectos o quemaduras leves. Este aceite puede ser utilizado a diario, ya que su acción antiséptica y regeneradora ayuda a mejorar la apariencia de la piel afectada y a prevenir la formación de marcas visibles.
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Aunque la caléndula se considera segura para la mayoría de las personas, es importante tener en cuenta algunas precauciones. Según MedlinePlus, aquellos que son alérgicos a plantas de la familia Asteraceae (como las margaritas o los crisantemos) deben evitar su uso, ya que podría causar una reacción alérgica. Asimismo, las mujeres embarazadas o en periodo de lactancia deben consultar a su médico antes de consumir o aplicar productos a base de caléndula, ya que podría influir en sus niveles hormonales.
Más allá de sus aplicaciones médicas, la caléndula también ha ganado protagonismo en el ámbito cosmético, especialmente en productos para el cuidado capilar. Su capacidad para reparar el daño causado por el sol o herramientas térmicas la convierte en un ingrediente muy valorado en champús y acondicionadores. Al combinarse con otros elementos como la ceramida, la caléndula ayuda a fortalecer el cabello, mejorar su brillo y suavidad, y reparar puntas abiertas, asegurando un cabello más saludable y resistente.