En un mundo con más de 7,000 millones de personas, la posibilidad de encontrar a alguien que se parezca sorprendentemente a nosotros, sin tener relación familiar, ha cautivado la curiosidad de muchos. Este fenómeno, conocido como "doppelgänger" o "doble" en alemán, ha despertado también el interés de la ciencia, que comienza a desentrañar sus misterios. Recientemente, la investigación genética ha revelado que las personas con un parecido físico extraordinario no solo comparten rasgos en su apariencia, sino también algunas conexiones en su genética.
Uno de los estudios pioneros en este campo fue inspirado por el fotógrafo canadiense François Brunelle, quien ha documentado a "twin strangers" o "gemelos desconocidos" de diferentes partes del mundo en su serie de retratos "I’m not a look-alike!". Su proyecto fue el punto de partida para que científicos exploraran la relación entre la apariencia física y la genética en personas sin parentesco, descubriendo que las similitudes van más allá de lo visual.
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El genetista Manel Esteller, del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, analizó el ADN de varias parejas de doppelgängers. El especialista y su equipo utilizaron algoritmos de reconocimiento facial para identificar a las parejas con el mayor parecido físico y analizaron sus genomas para detectar posibles coincidencias. Sorprendentemente, encontraron que las personas con un parecido asombroso también compartían algunas variantes genéticas responsables de rasgos físicos específicos, como la estructura ósea y la forma de los ojos. Esto sugiere que, en un mundo tan poblado, existen combinaciones genéticas limitadas que inevitablemente conducen a apariencias similares.
“Hay una cantidad limitada de formas de construir una cara humana”, explicó Manel Esteller, indicando que estas coincidencias genéticas son una especie de "repetición natural" dentro de nuestra población. Estas variantes, presentes en secuencias del ADN llamadas “sitios polimórficos”, influyen en características visibles y marcan el origen de estas conexiones inesperadas entre personas sin parentesco.
Los estudios en psicología muestran que, aunque los doppelgängers compartan rasgos físicos, no necesariamente tienen personalidades similares. La psicóloga Nancy Segal encontró que la apariencia no determina la personalidad ni las experiencias de vida.
Más allá de la curiosidad, esta investigación tiene aplicaciones en medicina y ciencia forense, ya que comprender las similitudes genéticas en personas con apariencia similar podría ayudar a diagnosticar enfermedades genéticas y mejorar los sistemas de reconocimiento facial. Sin embargo, también plantea dilemas éticos, ya que el uso de la tecnología de identificación facial podría reforzar prejuicios sociales, según advierte la bioeticista Daphne Martschenko.
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Finalmente, el interés por los doppelgängers revela el deseo humano de buscar conexiones en otros. Según Segal, refleja nuestra necesidad de encontrar algo similar a nosotros mismos, un misterio que la ciencia apenas comienza a desentrañar.