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Los Juegos Olímpicos de París 2024 están siendo tendencia en todo el mundo, y una imagen recurrente será la de los atletas mordiendo sus medallas en el podio. Este gesto, que se ha convertido en un símbolo de victoria y autenticidad, tiene una historia fascinante que se remonta a tiempos antiguos.
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El origen histórico de morder las medallas
La práctica de morder el oro tiene raíces históricas profundas. En el pasado, cuando las monedas de oro eran comunes, la gente las mordía para verificar su autenticidad.
El oro es un metal blando, y morderlo podía dejar marcas, confirmando así su pureza. En la escala de dureza mineral MoH, el oro puro de 24 quilates tiene una puntuación de 2.5, mientras que el esmalte dental tiene una calificación de 5. Esta diferencia permitía identificar el oro genuino al dejar marcas visibles al morderlo.
De acuerdo con el sitio oficial de los Juegos Olímpicos, aunque las medallas de oro modernas contienen solo una pequeña cantidad de este metal precioso, la tradición persiste. Las medallas de los Juegos Olímpicos de París 2024, por ejemplo, tienen solo seis gramos de oro sobre un total de 556 gramos, siendo el resto de plata pura.
A pesar de esto, la costumbre de morder las medallas se mantiene viva, en gran parte impulsada por los fotógrafos que buscan capturar imágenes icónicas de los atletas celebrando sus logros.
Este gesto simbólico ganó una gran popularidad en los Juegos Olímpicos de Beijing 2008, con atletas como el tenista Rafael Nadal adoptándolo regularmente. Nadal, conocido por morder sus trofeos independientemente de su forma, ayudó a consolidar esta práctica en el mundo del deporte. Desde entonces, se ha convertido en una pose casi obligatoria para los ganadores olímpicos, con fotógrafos alentando a los atletas a morder sus medallas para capturar ese momento de triunfo.
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El alemán David Moeller vivió una experiencia curiosa en los Juegos de Invierno de Vancouver 2010. Mientras posaba para una foto mordiendo su medalla, como es habitual, perdió un fragmento de uno de sus dientes. Este incidente, aunque inusual, resalta la devoción de los atletas por seguir esta tradición, a pesar de los riesgos.
La historia olímpica y el valor simbólico de las medallas
En los primeros Juegos Olímpicos de la antigua Grecia, los ganadores no recibían medallas, sino coronas de olivo, simbolizando el honor más que la riqueza. Fue en los Juegos Olímpicos modernos de 1896 en Atenas cuando se comenzaron a otorgar medallas, inicialmente de plata para los ganadores y de bronce para los segundos lugares.
No fue hasta 1904 que se introdujeron las medallas de oro, aunque la tradición de premiar con oro sólido se mantuvo sólo hasta 1912. Hoy en día, las medallas de oro son principalmente de plata bañada en oro.
A pesar de su valor simbólico, las medallas olímpicas tienen un valor económico relativamente bajo. Las medallas de oro de París 2024, por ejemplo, tienen un valor aproximado de 700 euros, mientras que las medallas de plata rondan los 400 euros. Las medallas de bronce, compuestas principalmente de cobre, tienen un valor aún menor.
La tradición de morder las medallas en los Juegos Olímpicos es una mezcla de historia, simbolismo y espectáculo. Aunque las medallas modernas no son de oro puro, el gesto sigue siendo un poderoso símbolo de autenticidad y triunfo, inmortalizando el momento de gloria de los atletas en cada edición de los Juegos.
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