Hasta hace poco, el lino era conocido principalmente por ser un material para confeccionar prendas refrescantes ideales para el verano. Sin embargo, en los últimos años, las propiedades saludables de las semillas de lino, también conocidas como linaza, han salido a la luz, ganando un lugar importante en la despensa de quienes buscan una alimentación más natural y saludable. Un gesto tan sencillo como añadir una cucharadita de estas semillas a tu desayuno puede brindarte numerosos beneficios, no solo para tu digestión, sino también para la salud de tu piel y cabello.
¿Cuál es el origen de las semillas de lino?
Las semillas de lino provienen de la planta Linum usitatissimum. Según la dietista-nutricionista Belén Rodríguez, sus propiedades han sido conocidas y utilizadas por la humanidad durante miles de años. Se cree que comenzaron a cultivarse en Mesopotamia alrededor del 3.000 a.C., tanto para la producción de lino como para la alimentación. Los antiguos egipcios también las utilizaban, e Hipócrates recomendaba su uso para tratar problemas digestivos alrededor del 650 a.C.
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¿Qué beneficios aportan las semillas de lino en el desayuno?
En las últimas décadas, la investigación científica ha respaldado los beneficios para la salud de las semillas de lino, demostrando sus efectos positivos sobre la salud cardiovascular, la digestión, el control del azúcar en sangre y la prevención de enfermedades crónicas. Esta creciente popularidad también se ha visto influida por movimientos a favor de una alimentación más saludable y natural, así como por las dietas veganas y vegetarianas.
Incorporar una cucharada de semillas de lino en el desayuno es sencillo y beneficioso. Estas semillas son ricas en fibra, tanto soluble como insoluble, lo que ayuda a regular el tránsito intestinal y mejorar la salud digestiva general. Además, son una de las mejores fuentes vegetales de ácidos grasos omega-3, específicamente el ácido alfa-linolénico (ALA), conocido por sus beneficios para la salud cardiovascular. Los lignanos y la fibra presentes en las semillas de lino también pueden ayudar a reducir los niveles de colesterol LDL ("malo").
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La fibra en las semillas de lino contribuye a la sensación de saciedad, ayudando a controlar el apetito y reducir el consumo de calorías a lo largo del día. Esto es particularmente útil para quienes buscan controlar su peso. Además, la fibra y los lignanos presentes en estas semillas pueden ayudar a estabilizar los niveles de azúcar en la sangre, lo que es especialmente beneficioso para personas con diabetes o resistencia a la insulina.
¿Qué efecto tienen las semillas de lino en la piel y el cabello?
Pero más allá de estos beneficios, las semillas de lino también son excelentes para mejorar la salud de la piel y el cabello. Los ácidos grasos omega-3 y los antioxidantes que contienen ayudan a mantener la piel hidratada, mejoran su elasticidad y fortalecen el cabello. Los lignanos, compuestos con propiedades antioxidantes, ayudan a reducir el riesgo de enfermedades crónicas al combatir el daño oxidativo en el cuerpo.
Para maximizar la absorción de los nutrientes presentes en las semillas de lino, es recomendable molerlas antes de consumirlas. Esto se debe a que tienen una cáscara dura que es difícil de digerir para el cuerpo humano. Cuando las semillas no se muelen, pasan a través del sistema digestivo sin descomponerse, lo que significa que no se absorben muchos de sus nutrientes. Al molerlas, se rompe esta cáscara, permitiendo que el cuerpo acceda y absorba los nutrientes como los ácidos grasos omega-3, fibra y lignanos.
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