El té, la segunda bebida más consumida del mundo después del agua, ha conquistado culturas, mesas y corazones durante siglos. Desde su origen en China hasta su adopción global, esta infusión es mucho más que una bebida: es un símbolo de tradición, bienestar y conexión social.
El té tiene sus raíces en la antigua China, donde, según la leyenda, el emperador Shen Nong descubrió accidentalmente sus beneficios hace más de 5,000 años. Con el tiempo, la bebida se extendió a Japón, donde se convirtió en parte esencial de ceremonias espirituales y luego a Europa, gracias a comerciantes portugueses y británicos.
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En cada rincón del mundo, el té ha sido adaptado y transformado según las costumbres locales. Sin embargo, un análisis de la Escuela de Medicina de Harvard, basado en investigaciones del American Journal of Clinical Nutrition, subraya que, aunque el té aporta numerosos beneficios, su consumo excesivo podría tener efectos adversos.
El té, disponible en variedades como verde, negro, blanco, oolong y pu-erh, se distingue por su riqueza en polifenoles, compuestos antioxidantes responsables de gran parte de sus propiedades. Entre los principales beneficios, se encuentran:
Para aprovechar los beneficios del té y evitar riesgos, se recomienda consumir 2-3 tazas al día, elegir versiones sin endulzar, alternar tipos de té, evitar tomarlo con comidas principales y optar por opciones orgánicas. Según el Dr. Howard Sesso, los suplementos de té no igualan los beneficios de la bebida natural. Aunque el té es saludable, no es indispensable, como señala Stephanie Watson, quien asegura que otras bebidas también pueden ser beneficiosas. El té sigue siendo una opción valiosa si se consume con moderación.
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