La piel es el órgano más grande del cuerpo humano, el más expuesto y en el que más se puede apreciar el paso del tiempo. Con el paso de los años comienzan a aparecer arrugas, la piel se vuelve más seca y va perdiendo tensión, por lo que comienza a resultar necesario aplicar algún tratamiento que permita contrarrestar esas consecuencias que están asociadas principalmente con la falta de colágeno.
El colágeno, explican desde Mayo Clinic, es una proteína que se encarga de mantener y reforzar la unión de los tejidos de nuestro cuerpo. El colágeno se encuentra presente en la piel, los cartílagos, los tendones, los huesos, el cabello, los ligamentos y los vasos sanguíneos, entre otras partes del cuerpo. Su importancia es muy grande y a medida que nos acercamos a la vejez la producción natural de este se va disminuyendo.
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Un láser para activar el colágeno
A la hora de activar la producción de colágeno, existen diferentes opciones que incluyen tratamientos con medicamentos, cremas y dietas balanceadas. Sin embargo, el mundo de la ciencia también ha incursionado en otras alternativas que no son invasivas y permiten una rápida recuperación, al igual que la detección de sus resultados.
El dermatólogo británico Firas Al-Niaimi, quien es especialista en láser, se ha referido a los tratamientos estéticos y sus avances. Al respecto señala que las nuevas tendencias implican una recuperación muy rápida y que no demandan que el paciente tenga que quedarse en su casa por una semana. Por tal motivo, manifestó que en la actualidad se trabaja con láseres con bioestimuladores o aquellos con plasma y que son ricos en plaquetas.
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Junto a otros especialistas, Al-Niaimi coincide en que el láser Candela, una de las tecnologías más modernas en estética, colabora significativamente con la producción de colágeno y ofrece un efecto de bioregeneración de la piel. Al respecto, señala que una sesión con este láser sumado a un bioestimulador, como el ácido hialurónico, potencia los resultados esperados por lo que es una de las tendencias que cada vez toma más fuerza, sobre todo por alejarse de intervenciones invasivas y de lenta recuperación.