En 1959 Jaime Torres Bodet, como secretario de Educación Pública, anunció uno de los proyectos más nobles en la historia de la educación en México: la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. Con ella culminó su labor como difusor de la cultura universal.
Para entonces su labor en favor de la educación ya era conocida en el resto del mundo por su compromiso al frente de la UNESCO entre 1948 y 1952, por la cual viajó por distintos países –algunos todavía en ruinas– para conocer sus problemas específicos.
Torres Bodet ocupó la cartera de la SEP por segunda vez en 1958, bajo la presidencia de Adolfo López Mateos. Pese a los esfuerzos que hizo en su gestión anterior (1943-1946) por disminuir el analfabetismo, la realidad del país no había cambiado mucho.
Por ello se inició un nuevo programa –con duración de 11 años– que respondiera con mayor fuerza a las necesidades educativas de un México en crecimiento económico y demográfico.
Soledad Loaeza asegura en la Nueva Historia General de México, de El Colegio de México, que en 1956 de mil alumnos inscritos en primer año, sólo 134 llegaban a sexto. Para hacer frente a esta situación –continúa Loaeza– se impulsó, entre otras cosas, la construcción de escuelas y la entrega de desayunos escolares.
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La joya de la corona fue la creación de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg). Hasta esa época los padres de familia eran los responsables de conseguir los libros que los maestros solicitaban para el curso escolar.
Se pedía, por ejemplo, Rosas de la infancia, de la escritora mexicana María Enriqueta, y era responsabilidad de los tutores proveer a sus hijos de ese material. Esto implicaba una fuerte carga económica que se agravaba con el número de hijos por familia.
La Conaliteg se fundó para terminar con estos apuros. Ahora el Estado daba a los niños esos infalibles compañeros de papel. Incontables familias mexicanas tuvieron por primera vez un libro en sus hogares gracias al proyecto de la SEP. El primer director de la Comisión fue Martín Luis Guzmán, una de las plumas más finas del español.
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Desde entonces, los niños de este país han conocido la literatura sin que el bolsillo de sus padres sufra desavenencias. La poesía, la novela, el cuento, la fábula y la canción universales han sido impresas para que el alumno conozca el mundo desde su pupitre. La infancia mexicana tenía asegurado el mayor de los legados.
La creación de la Comisión fue anunciada el 12 de febrero de 1959. El investigador Billy F. Cowart ofrece cifras impresionantes de los primeros años de aquella empresa. Para el inicio de cursos de 1960 fueron distribuidos 17 millones de libros. Dos años más tarde la cifra aumentó a 73 millones.
Jaime Torres Bodet entregó personalmente los primeros libros de texto. María Isabel Cárdenas, de la escuela Cuauhtémoc de la ciudad de San Luis Potosí, fue la primera alumna que recibió su paquete de libros.
Las imágenes del secretario de Educación, ya de 58 años, sonriendo ante los nuevos lectores, no dejan de ser conmovedoras. Según cifras de Soledad Loaeza, entre 1960 y 1970 se distribuyeron cerca de 375 millones de textos escolares. No obstante –señala la investigadora– a finales de esta década el índice de analfabetismo era todavía bastante alto; las mujeres fueron las menos beneficiadas.
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La primera generación de libros de texto gratuitos tuvieron en la portada los rostros de Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Francisco I. Madero. En 1962 apareció impresa en los ejemplares una de las estampas más conocidas por los mexicanos: La Patria, del pintor Jorge González Camarena. La imponente mujer morena vestida de blanco con la bandera en la mano izquierda es sin duda el sinónimo de la Comisión Nacional de Libros de Textos Gratuitos.
- Fuentes:
- Jaime Torres Bodet, Iconografía, Textos de Adriana Konzevik, Investigación iconográfica de Francisco Montellano, Fondo de Cultura Económica, 2018.
- Jaime Torres Bodet, Iconografía, Textos de Adriana Konzevik, Investigación iconográfica de Francisco Montellano, Fondo de Cultura Económica, 2018
- Cowart, Billy F., “Torres Bodet y la educación mexicana”, en La obra educativa de Jaime Torres Bodet, El Colegio de México, 1966.