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Una correcta alimentación resulta fundamental para afrontar nuestro día a día y recaer en frutas y verduras que dotan de energía a nuestro cuerpo.
En ese sentido, hay que decir que las grasas saludables también juegan un papel fundamental, en especial aquellas que se encuentran en frutos secos o semillas como las de chía.
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De acuerdo con la Clínica Mayo: “El cuerpo descompone la grasa en la alimentación en diferentes partes llamadas ácidos grasos que ingresan al torrente sanguíneo”. Para un correcto funcionamiento se debe tener en cuenta que hay varios tipos de grasa, unos con efectos positivos para el cuerpo, mientras que otros no.
Según la enciclopedia médica, muchos alimentos poseen tanto grasas saturadas como insaturadas, pero la sugerencia apunta en identificar cuáles son aquellos que están compuestos de grasas saludables, como las semillas de chía, que fortalecen los huesos, previenen la diabetes, aportando omega-3 al cuerpo.
Estas son las semillas de chía compuestas de omega-3
Es la nutricionista, Tatiana Zanin, quien menciona que la semilla de chía tiene muchas propiedades gracias a que está compuesta de fibra, vitamina, minerales y omega-3, por lo cual se considera un superalimento con efectos antiinflamatorios, digestivos y antioxidantes.
Esta semilla puede ayudar a reducir los índices altos de azúcar de la sangre, evitando el desarrollo de diabetes gracias a sus fibras que ralentizan la absorción de glucosa. En cuanto a los huesos es útil porque está compuesta de calcio, evitando una posible osteoporosis, por lo cual es importante incluirla en un plan de alimentación balanceado.
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Es así que uno de sus compuestos insignia es el omega-3, las semillas de chía pueden reducir el colesterol LDL, y a su vez, disminuir los riesgos de afecciones cardiovasculares.
Recordemos que el omega-3 es una grasa poliinsaturada que tiene la capacidad de proteger el corazón, reducir los triglicéridos, las arritmias e incluso la acumulación de placa y colesterol. Además, asegura que puede regular la presión arterial alta, que según la OMS es una causa común de enfermedades cardíacas.