A lo largo de los años, la se ha considerado una cualidad esencial para la comunicación abierta y honesta. Sin embargo, algunos especialistas en comunicación han empezado a cuestionar este ideal, argumentando que ser "completamente sincero" puede no ser siempre la mejor opción en nuestras interacciones cotidianas.

La sinceridad es una virtud ampliamente valorada, sin embargo, no siempre resulta ser la opción más prudente o constructiva. Fuente:  Freepik.
La sinceridad es una virtud ampliamente valorada, sin embargo, no siempre resulta ser la opción más prudente o constructiva. Fuente: Freepik.

En un artículo reciente, Aurora Michavila, experta en comunicación revela que hay situaciones en las que omitir o incluso adaptar la verdad puede ser un acto de empatía y comprensión. La idea no es hacer una apología a la mentira, sino saber cuándo y cómo gestionar la información, especialmente si la verdad puede resultar dañina o simplemente innecesaria.

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Cinco escenarios en los que la sinceridad puede no ser la mejor elección

  • Cuando la otra persona no puede cambiar la situación: Imagina a alguien enfrentándose a un desafío importante, como dar una charla en público con poco tiempo para prepararse. La experta destaca que, en este caso, señalar los errores solo debilitaría la confianza. La sinceridad en ese momento sería un obstáculo, no una ayuda.
La sinceridad es una virtud ampliamente valorada, sin embargo, no siempre resulta ser la opción más prudente o constructiva. Fuente:  Freepik.
La sinceridad es una virtud ampliamente valorada, sin embargo, no siempre resulta ser la opción más prudente o constructiva. Fuente: Freepik.
  • Si la persona no está emocionalmente preparada: Enfrentar la verdad requiere ciertos recursos emocionales y no todos están siempre en condiciones de asimilarla. Decir la verdad a alguien en estado de vulnerabilidad o shock puede causar un sufrimiento innecesario.
  • Durante un proceso de aprendizaje: La especialista enfatiza que el crecimiento personal es un proceso gradual y que al señalar defectos o errores en el momento incorrecto, podemos interferir en el aprendizaje de la persona. La honestidad acá debe ser cuidadosa y medida, permitiendo un crecimiento paulatino.
  • Cuando la verdad no aporta valor: Decir algo que solo causará malestar o no contribuirá en nada positivo a la otra persona no siempre es necesario. La pregunta es: ¿realmente lo necesita la otra persona o es solo nuestro deseo de expresar nuestra opinión?
  • Si no es el lugar ni el momento adecuado: A veces, soltar una verdad en el momento equivocado puede ser perjudicial. Respetar el contexto y el espacio de la otra persona es fundamental para una comunicación efectiva y empática.

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La sinceridad, en definitiva, es un valor importante, pero gestionarlo adecuadamente en función del contexto puede hacer una gran diferencia en nuestras . Así, saber cuándo callar o adaptar la verdad puede ser un acto de compasión y en ocasiones, la decisión más sabia.

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