En la cultura y sociedad contemporánea, la familia es a menudo vista como un núcleo indisoluble, un refugio emocional y un soporte constante. Sin embargo, no siempre las dinámicas familiares son armoniosas y en ocasiones, los conflictos pueden llevar a los miembros a desear una separación. Pero, ¿es esto normal? ¿Es aceptable social y emocionalmente desear distanciarse de un miembro de la familia?
Las relaciones familiares no siempre son fáciles. Disputas, desacuerdos y diferencias de personalidad pueden generar tensiones que a veces se vuelven insostenibles. Según Alberto Ruano Teruel, Graduado en Psicología y colegiado, la presión se hace especialmente patente cuando alguien decide no tener contacto con la familia más cercana, como padres o hermanos.
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Separarse de un miembro de la familia es un proceso complejo que generalmente conlleva formularse muchas preguntas, autocuestionamientos, exponerse a los juicios sociales y en definitiva, sentir angustia por equivocarse. Nacemos dentro de una estructura familiar que se ocupa de nosotros, dotándonos poco a poco de la independencia suficiente para valernos por nosotros mismos. Sin embargo, ya sea en la infancia o en la adultez, nuestra familia puede generar vínculos que terminen siendo perjudiciales. Si estos vínculos interfieren en nuestra vida, nos puede llevar a cuestionar su mantenimiento o a considerar su modificación, dependiendo del caso.
El distanciamiento de un miembro de la familia puede tener consecuencias tanto positivas como negativas. Puede proporcionar alivio y paz mental, pero también puede traer sentimientos de soledad y pérdida. No siempre es claro cómo cambiar una relación familiar para que deje de ser dañina. A veces, la solución no es romper el vínculo, sino modificarlo.
Esto puede implicar cambiar la forma de comunicación, la frecuencia del contacto o la implicación con la otra persona. En algunos casos, la distancia puede ser temporal y ofrecer una oportunidad para que ambas partes reflexionen y eventualmente reconstruyan la relación desde una nueva perspectiva.
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Es fundamental entender que no hay una respuesta única o correcta, lo esencial es encontrar un camino que permita vivir una vida plena y equilibrada, ya sea con o sin ciertos miembros de la familia en ese camino. Cada situación es única y la prioridad debe ser siempre el bienestar emocional y psicológico del individuo, independientemente de las presiones externas.