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Entusiasmo y caos marcaron la primera Maratón Internacional de CDMX en 1983

Ante la XL celebración de esta contienda, una de las actividades deportivas más visibles cada año en la capital, recordamos los pintorescos momentos que ofreció su debut. Texto: Raúl J. Fontecilla

La primera Maratón Internacional de la Ciudad de México contó con alrededor de 7 mil corredores, una gala de ánimo y emoción que sin embargo rebasó la logística del momento. En la imagen se aprecian las comisetas con el acrónimo de "Promoción Deportiva" del DF. Hemeroteca EL UNIVERSAL.
20/08/2023 |00:01
Raúl Fontecilla
Periodista de Mochilazo en el TiempoVer perfil

Miles de corredores competirán en una ruta de 42 kilómetros y 195 metros de Ciudad Universitaria al Zócalo para la edición 40 de la maratón de la capital mexicana. La primera vez que esta carrera llenó de emoción las calles de la metrópoli fue en septiembre 1983.

De acuerdo con el sitio web de los Juegos Olímpicos, cada año se organizan hasta 800 maratones en el mundo. Una de ellas es la que hoy se conoce como Maratón Internacional de la Ciudad de México Telcel (esto último por cuestiones de patrocinio) y ofreció varias anécdotas curiosas en su primera edición, en los tiempos del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF).

El alegre caos de la justa deportiva en México

No cabe duda, la competencia que reunió a siete mil participantes aquel 25 de septiembre de 1983 rebozó de emoción, tanto entre los inscritos como en el resto de la población.

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La Maratón de CDMX ha tenido distintas metas en sus cuarenta ediciones: el Monumento a la Revolución, el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria y el Zócalo. Archivo EL UNIVERSAL.

La banda de música del DDF tocó el Himno Nacional, ante la mirada del público, que incluía a los embajadores de China y Argentina, entre otras delegaciones, y como animadores se presentaron conjuntos de gimnasia rítmica, patinadores, karatecas y ballet folklórico.

Cabe decir que entre el gentío que se enfrentó a la jungla de asfalto estaba la famosa vedette Olga Breeskin, quien llegó sólo hasta la séptima parte de la ruta con su ajustado look deportivo.

Breeskin probó el éxito y la fama, su belleza y sus presentaciones en el Hotel Continental iban de boca en boca. Archivo EL UNIVERSAL.

No hay que olvidar que Olga no estuvo sola, pues la cobertura del Gran Diario de México reveló que “muchos no llegaron siquiera al kilómetro cuando abandonaron, otros hicieron su ‘máximo esfuerzo’ y a penas cubrieron dos”.

Aunque la caravana que arrancó en Ciudad de los Deportes perdió números poco a poco, lo que no quedó en entredicho fue el éxito del objetivo: reunir jóvenes y viejos, mujeres y hombres, locales, foráneos y extranjeros para correr.

Los datos que compartieron los medios afirmaban que los espectadores de la maratón comentaban por igual entusiasmo y desánimo por sumarse a la carrera el año siguiente. Hemeroteca EL UNIVERSAL.

Estas páginas registraron con la misma atención los contratiempos que surgieron aquel día. Los organizadores, por más que trataron de echar mano de toda la ayuda posible, se vieron rebasados por la cifra de corredores.

Nuestra reportó que la maratón amenazó con desquiciar el tráfico de la ciudad y, por si fuera poco, se consideraba que estuvo en riesgo la seguridad de los partícipes.

Las crónicas deportivas comentaron que la presencia de agentes de tránsito era muy inconsistente: en algunos puntos brillaban por su ausencia y en otros sobraban. Archivo EL UNIVERSAL.

Mientras tanto, en las banquetas próximas al recorrido hubo gala del entusiasmo de la población: vendedores de aguas frescas aguardaban listos desde las primeras horas de la mañana para “hacer su agosto” y en más de una ocasión se vieron “gestos amistosos de ancianitas que sacaron jarras con agua” para consumo de los atletas.

Sin embargo, resultó imposible negar que las cosas se salieron de control. El ejemplo más evidente fue el ganador de los competidores en silla de ruedas, Javier Hernández Méndez, que registró un tiempo de 2:28’46’’ al alcanzar la meta en el Monumento a la Revolución.

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En la crónica de Juan Palma Barroso se lee que “fue tan rápido su arribo que no pudo detener la silla y se fue a estrellar con el público que se encontraba atrás de la meta, teniendo que ser atendido por los ambulantes”.

En términos actuales, podría decirse que esta es "la imagen antes de la tragedia": el campeón Hernández Méndez muestra el esfuerzo que le valió un primer lugar y un choque contra las vallas. Archivo EL UNIVERSAL.

La polémica de los dos campeones

El desastre escaló con el desorden de jueces y personal cuando, segundos después, llegaron los tres corredores que llenaron de duda el podio: Ismael Antonio Vega, José I. Aquino y Casimiro Reyes, representante de la Armada. Ismael y Casimiro afirmaban por igual ser el “monarca” de la maratón.

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Eso sí, Reyes (2:29’35’’) puso a la prensa deportiva como testigo de su limpia participación y relató a detalle el desempeño de los deportistas de élite: “los fuertes veníamos en un pequeño pelotón de fuga”.

El mexiquense Casimiro Reyes acusó la presencia de al menos cinco "colados" en la vanguardia de atletas que cruzó la meta de la primera maratón capitalina. Esta imagen de 1984 responde quién pasó a la historia como campeón. Archivo EL UNIVERSAL.

Por el contrario, su antagonista pedía el reconocimiento porque era un atleta solitario y este triunfo le ayudaría a despegar su carrera. Afirmaba que su número de competidor se le cayó desde el segundo kilómetro, pero su versión flaqueó cuando se dijo que dicho número no aparecía en listas oficiales.

Más allá de la polémica por la desorganización, un detalle saltaba a la vista: Ismael se mostraba fresco y relajado, a diferencia del resto de sus contrincantes que, al terminar la carrera de largo aliento, recibían la atención del servicio médico por la fatiga.

Ante el temor de dar marcas equivocadas como oficiales, los resultados se hicieron públicos dos horas después, con Reyes como campeón, Juan Maximino Vega (2:31’09’’) en segundo lugar y Colombo Cepeda (2:33’47’’) en el tercero.

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