-Segunda de tres partes-

Entrevistar a un militar, trátese del grado que sea, a lo mero macho, es algo así como un duelo de esgrima, simbólicamente hablando. Resulta sumamente difícil porque están en juego dos voluntades que tratan de imponerse entre sí. Por una parte, el que, debido a su educación castrense, está acostumbrado a una exagerada seriedad y no brindar información alguna. Mucho menos, cuando se trata de su propia vida. Y, por otra parte, un reportero irreverente, empeñado y que se esfuerza al máximo, querer saber más y más de su entrevistado, hasta el grado de rebasar las fibras más sensibles, como si fuera un viaje imaginario a su conciencia.

Por cosas de la vida, gracias a esta bendita actividad periodística, he tenido el honor de entrevistar a cuatro destacados militares. El primero, el general de División Diplomado Estado Mayor Ricardo Gerardo Clemente Vega García -QEPD- en su calidad de secretario de la Defensa Nacional, durante la presidencia de Vicente Fox. El segundo, fue el almirante Marco Antonio Peyrot, también secretario de Marina en la administración de Fox. En ese orden, el tercero, fue el también general de Brigada Tomás Ángeles Dahuajare, injustamente encarcelado durante el sexenio de Felipe Calderón.

Ahora, y como si se tratara de cerrar un póker de Ases, tengo la enorme oportunidad de conocer y conversar con el vicealmirante actual director General del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Un militar con una brillante trayectoria dentro de las Fuerzas Armadas. Fiel a sus convicciones y respetuoso a las instituciones, pero, sobre todo, su enorme amor a México, quien durante poco más de 45 años de servicio a la nación, se hizo acreedor a diversos premios y reconocimientos, entre los que destacan: Mérito Docente Naval, Perseverancia de Sexta a Primera Clase y Perseverancia Excepcional, entre otros muchos más,

En esta segunda parte de la entrevista exclusiva que concedió a revela que, siendo Cadete de la Heroica Escuela Naval Militar y durante la inauguración de los Juegos Olímpicos México 68, en el estadio de Ciudad Universitaria, debido a los hechos registrados el 2 de octubre en Tlatelolco, los equiparon con cartuchos de guerra para utilizarlos si las cosas se hubieran complicado, pero con respiro de alivio exclama: ¡Afortunadamente eso no sucedió!

Asimismo, confiesa que se convirtió en Cadete de la Escuela Naval por pura casualidad, es decir, un destacado Almirante que era amigo y compadre de su papá, al ser padrino de uno de sus hermanos, consciente que eran tantos hijos, le ofreció ayudar a uno de ellos para que ingresara al histórico plantel educativo, pero el único que estaba ahí presente, era precisamente él, así es que decidieron llevarlo a Veracruz para que conocer las instalaciones, de inmediato, dijo que si quería ser Cadete y así fue como lo logró.

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Por último, señala que es totalmente falso que exista un distanciamiento entre los elementos que integran el Ejército Mexicano como de la Marina/Armada de México, pues ambos, Juran Bandera y sirven a la misma patria.

Conversar con el vicealmirante, Velázquez Tiscareño, de verdad, resulta muy ilustrativo y gratificante. Educado, amable en su trato y dueño de una prodigiosa memoria y sensibilidad. Con absoluta sencillez y honestidad en sus palabras, responde cada una de las preguntas que me permitió formularle, sin poner empacho en las respuestas, directo y claro.

vicealmirante Carlos Ignacio Velázquez. / Foto: Edmundo Cázarez
vicealmirante Carlos Ignacio Velázquez. / Foto: Edmundo Cázarez

Sentado bajo una enorme brújula marítima, y que su cabeza quedaba justo en el punto cardinal del Este, plasmada en el techo de su moderno despacho, en el aeropuerto de la Ciudad de México, le pregunté:

-¿Los valores en la sociedad han cambiado para bien o para mal?

-¡Qué pregunta tan interesante me plantea! Los valores en la sociedad claro que han cambiado, no sé si para bien o para mal, sino que se van modificando en todo, tal y como sucede en la música, en la moda, es decir, todo, pero todo va cambiando.

¿Cómo fue como estudiante de secundaria antes de ingresar a la Heroica Escuela Naval Militar?

-Un poco complicado por las matemáticas…

-A lo mero macho, ¿no le gustaban los números?

-Simplemente, las matemáticas no me entraban.

-Debo suponer que reprobó esa materia…

-Sí, creo que así fue.

-¿Pero era bueno para el futbol?

-No lo era en la escuela, pero sí en mi colonia. Aunque no practicaba tanto el futbol en la secundaria, y no lo practicaba, porque era una vieja casona, solamente contaba con una pequeña cancha que servía tanto para el voleibol y básquetbol, así es que no me quedaba otra que jugar voleibol.

-¿Cuál era la niña que atrapaba su atención?

-Fui mucho muy tranquilo en ese aspecto.

-¿Por su mente que aspiraba ser de grande? ¿Ya traía el gusanito por ingresar a la Heroica Escuela Naval?

-No, fíjese que no. A decir verdad, debo expresar que me llamaba mucho la atención el uniforme de mi escuela, pero, sobre todo, estaba empeñado en formar parte de la escolta.

-Antes, era un honor formar parte de la escolta y premio a la obtención de mejores calificaciones…

-¡Exacto!, así era como se seleccionaba a los niños y niñas que formaban parte de la escolta a la bandera. Era un honor formar parte de la escolta.

-¿Alguna vez le tocó ser abanderado?

-No, abanderado no, pero sí, era integrante de ella.

-¿Cómo se despierta su interés por ingresar a la Escuela Naval?

-Terminando la secundaria, mi papá tenía un amigo, que, por cierto, era un Almirante muy famoso dentro de la Armada de México, y que digo su amigo, sino que era hasta su paisano. Según supe, lo había conocido por azahares del destino porque mi papá era líder sindical del entonces SCOP, pero nada tenía que ver con la Armada de México. En aquellos tiempos, la Secretaría de Marina tenía un sindicato con empleados de los Astilleros de la Marina, supongo que fue ahí, donde mi padre hizo contacto con ese sindicato, y por ende, alguna vez viajó al puerto de Acapulco en donde se encontró a un capitán de la Marina, encargado del área de reparaciones en Icacos, total, lograron identificarse como paisanos.

-Vueltas que da la vida…

-Tiempo después, ese capitán se fue a la Ciudad de México y establecieron una gran amistad, es más, hasta se hicieron compadres porque es padrino de bautizo de mi hermano Arturo, quien es el que me sigue arriba.

-¿Y luego?

-Pues ese Almirante de apellido Marshall le dice a mi papá: “Compadre, quiero hacerme cargo de la educación de uno de tus tantos hijos…

-Me imagino que su papá no puso ninguna objeción al recibir ese generoso apoyo…

-En efecto, le dijo que sí, pero le pregunta cómo podría ayudar a uno de sus hijos, simplemente le dijo que lo ayudaría para que ingresara a la Escuela Naval. Total, como yo era el que estaba en turno, acabando de salir de la secundaria, mi papá voltea a verme y le dice que yo.

-No cabe duda de que los tiempos de Dios son perfectos…

-Bueno, sin consultarme nada, me llevan a Veracruz…

-¿Ya conocía usted Veracruz?

-No solamente no conocía Veracruz, sino que… ¡nunca había estado frente al mar!

-¿Qué sintió aquel adolescente ver la inmensidad del mar?

-Acababa de cumplir 15 años, insisto, no conocía el mar, no obstante que tenía un tío que vivía en Veracruz, hermano mayor de mi papá.

-Al estarme relatando su primer viaje al puerto de Veracruz, y, sobre todo, conocer el mar, los ojos de este destacado mexicano, un hombre dueño de enorme sensibilidad, brillan con intensidad. Totalmente entusiasmado, feliz de la vida y me dice: “Era diciembre de 1967 cuando estuve por primera vez junto al mar y el honor de conocer la Heroica Escuela Naval Militar, pero solamente la estaba visitando como cualquier turista, pero me nació el deseo de ingresar ahí al conocer las instalaciones…

-¿Qué sentía por dentro?

-Quizás, que estaba soñando… ¡pero muy despierto! Fue un impacto muy fuerte para mí, por cierto, como era periodo decembrino, estaban de vacaciones los Cadetes y no había actividades. Por mi mente pasaban las imágenes de los desfiles… hasta me vi desfilando con ese uniforme y que llama la atención y hasta impone respeto. Lo mismo me sucedía en la Ciudad de México cuando iba a ver desfilar los Cadetes del Heroico Colegio Militar, me resultaba muy impactante.

-¿Estando en las históricas instalaciones de la Naval en Antón Lizardo, seguro que se dijo por dentro: ¡De aquí soy!!?

-A pesar de que ese día en Veracruz había un Norte muy fuerte y que nos obligó permanecer tres días hasta que disminuyeran las lluvias, me quedé pasmado, mucho muy contento haber podido conocer la Heroica Escuela Naval Militar. Por cierto, me tocó pasar la navidad con mi tío allá.

-Cuándo regresa a su casa en la Ciudad de México, ¿Qué le dijo su papá?

-Me preguntó que si me había gustado la Escuela Naval. Estaba tan entusiasmado, sin pensarlo más, me puse a estudiar para concursar en los exámenes de admisión. Me mandaron a prepararme en una escuela, un viejo edificio que estaba a un lado del MUNAL, donde ahora se encuentra El Caballito, y que, en la planta baja, existe un restaurante muy famoso. Bueno, ahí me prepararon.

-¿Caminante, se hace camino al andar…?

-Me acuerdo de que durante ese curso de preparación, conocí a cuatro de mis grandes amigos, junto con ellos, aprobamos el examen de admisión para quedamos en la Escuela Naval, fueron los primeros amigos que pude cultivar como cadete de la Naval. A los 17 años de edad, era la edad requisito, pero ya era Cadete de la Heroica Escuela Naval Militar.

-¿Cadete soy de la Naval, mi orgullo es ser marino….?

-En efecto, así comienza la estrofa del Himno de la Heroica Escuela Naval Militar, mi Alma Máter, un himno que se convirtió como un auténtico “tatuaje”, lo cual, me sucedió casi iniciando aquel 1968.

-¿Le dolió dejar el seno familiar, de cierta forma, es un encierro y les permiten salir “francos” los fines de semana?

-En ese entonces, solamente eran los domingos.

-¿Extrañaba la casa, el calor de sus hermanos y el afecto de sus amigos?

-No hay Cadete que no extrañe sus orígenes, unos más y otros menos, pero todos, sin excepción, extrañan el seno familiar…

-¿Sin poder esconder las lágrimas producidas por el alejamiento y la tristeza?

-No creo que sea a ese grado, además, no tienen mucho tiempo para ello. El cadete vive momentos muy propicios para extrañar a los suyos.

-¿Qué fue lo que más le gustó estando en la Heroica Escuela Naval Militar?

-¡Uff, vaya pregunta!! Es un régimen muy difícil, muy exigente y muy demandante, tanto en el aspecto físico y la disciplina, pero, principalmente, en el aspecto académico. Los Cadetes están todo el día, dedicados al estudio con mucha presión. Cada día que pasa dentro de la institución es un verdadero logro. En aquel tiempo, eran cinco años y medio. Primero, era un curso vocacional consistente en una repasada, es decir, como los Cadetes provienen de todo el país, se aplicaba ese curso vocacional durante ocho meses, con materias tales como Física, Química, Aritmética, inclusive, Lenguas Nacionales con la finalidad de igualarnos a todos, y ya después, pasar al primer año.

-¿Se puede decir que era una especie de “filtro” para reafirmar la verdadera vocación?

-Exactamente, usted lo dijo a la perfección, es un filtro para la gente que se daba de baja porque no era lo que buscaban o se les hacía muy duro, ni era su verdadera vocación.

-Uff, un régimen de encierro muy duro…

-Esencialmente, ese, era uno de los principales factores por los que se daban de baja, un régimen de encierro, más las exigencias propias de la disciplina. El primer año siempre es el más difícil. Es cuando se empiezan adelgazar o achicar las generaciones que terminan siendo muy poquitos los que logran graduarse.

-¿Qué sintió la primera vez que portó el uniforme de gala?

-Totalmente emocionado con la charla, denota el júbilo como si en realidad todavía fuera Cadete de la Heroica Escuela Naval, es más, hasta se le olvidó leer una pequeña tarjetita que le hizo legar su secretaria particular y prefiere continuar con su relato: “La primera vez que uno porta el uniforme de gala, es cuando uno Jura Bandera, normalmente, lo hace frente al presidente de la República en turno cada 21 de abril. Una majestuosa ceremonia que se prepara con meses de ensayos y prácticas para que no exista el mínimo error”

-¿La Bandera Mexicana se convierte en algo así como su segunda madre para un Cadete?

-La Heroica Escuela Naval se convierte como mi padre. La Bandera como si fuera la madre y la Marina, mi patria.

-Pero dígame, ¿Qué pasaba por su mente cuando le entregaron el Espadín…?

-Es una emoción sublime, es el otorgamiento del inicio de un liderazgo, totalmente simbólico pero que nos depositan esa confianza de cierta autoridad para saber actuar con decisión y firmeza.

-¿Y qué les entregan cuando por fin logran graduarse?

-El Sable y un arma de cargo…

-¿Honor, Valor y Lealtad?

-Esa es la norma que siempre debe regir en nuestro camino, dentro y fuera del instituto armado.

-¿Alguna vez figuró dentro del Cuadro de Honor?

-No, la verdad es que no. En la Escuela Naval se le llamaba Cuadro de Cadetes Distinguidos y se refería al mejor aprovechamiento académico. Así como el Cuadro Buena Conducta…

-¿… Algo así como “El niño Bueno”?

-Justo al momento que bebe un poco de agua, me dice en confianza: “Que agradable charla, posee usted una genial manera de convertir la entrevista en una “zona de confort” para su entrevistado. Volviendo con su pregunta, a lo que usted le llama “niño bueno”, eran los Cadetes que se hacían merecedores de una “salida extra” -unas cuantas horas francos-, como estímulo a que no habían registrado ninguna boleta de arresto durante el mes, ya fuera por indisciplina o por observaciones en sus actividades cotidianas. Asimismo, los integrantes de la Banda de Guerra eran los merecedores de unas horas francos los viernes por la tarde.

-¿Los días se les iban “volando” o de plano significaban una “eternidad”?

-Es que la serie de actividades que llevan a cabo, ni tiempo tienen para estar pensando en eso. Lo que uno siempre tiene en mente, es que cada día que va pasando, va superando retos. Asimismo, conforme va avanzando en los grados de estadía -los años-, van aumentando las responsabilidades y son mayores que cuando uno ingresa.

-¿El Cadete Carlos Ignacio Velázquez Tiscareño, tenía en mente llegar a ser Secretario de Marina?

-¡Qué bonita pregunta!! No, la verdad es que no…

-¿Si no ambicionaba ser Secretario de Marina, sí, era convertirse en Comandante de un Buque?

-En aquel entonces, solamente era ir venciendo los retos y obstáculos que cada día presentaban… ¡y vaya que eran muchísimos!!

-¿Estar lejos de la familia, entre Cadetes se tejen fraternales lazos de amistad para toda la vida?

-¡Indudablemente!!, la unidad entre Cadetes resulta muy fuerte y sólida. Se crean grupos de amistad muy fraternales, de apoyo incondicional entre todos para ir avanzando…

-¿Una supervivencia juvenil y estudiantil, pero militar?

-Oiga don Edmundo, con la confianza que me brinda y el con respeto que me merece… ¿Acaso usted estudió sicología?... ¡la verdad, me tiene impresionado!

-¿Amigos para siempre?

-¡Exacto! ¡Amigos Siempre! Se establece una confraternidad entre Cadetes, muy pero muy fuerte, yo diría que más que amigos, inclusive, los Cadetes que no logran graduarse, seguimos frecuentándonos con cierta frecuencia.

-Cuándo salía de vacaciones ¿Cómo lo recibían en casa? ¿Algo así como un héroe de guerra?

-Como le había contado, no obstante que éramos una familia tan grande, sí, era el único que estaba fuera del hogar. Para qué lo niego, creo que mis papás me tenían cierta deferencia con respecto a mis hermanos,+ eso sí, sin hacer menos a ninguno de ellos.

-¿Y los amigos?

-¡Uff!!, creo que me abrazaban más que a sus novias con afecto sincero y respetuoso, expresándome su admiración. Me sentía un tanto “apapachado”

-En los ojos de sus papás… ¿Les detectaba tristeza o un cúmulo de orgullo?

-Era el hijo al que dejaron de ver cierto tiempo y a esa edad, cosa que resultaba muy difícil para cualquier mamá, pero también, para cualquier papá.

-¿Qué veía en su papá?

-Ese tremendo orgullo que transpiraba por su hijo Cadete…

-¿Y en su mamá?

-La tristeza de la que le hablaba… -De nueva cuenta, al destacado Vicealmirante se le vuelve a quebrar la voz, cosa que veo con normalidad al reafirmar sus valores y dueño de una enorme sensibilidad ¿Tal y como dice la canción de Alberto Cortés “Mi Árbol y yo”? ¿Un tiempo de estudios con regresos a menudo, pero con plena conciencia…?

-A mi mamá le dolió mucho que haya salido de casa, pero así es la vida. Ella no hubiera querido que me haya ido a la Naval.

-Dejemos a un lado la nostalgia, mejor cuénteme, ¿qué sintió cuando se recibe de Guardiamarina?

-No me cabía la emoción en mi pecho… ¡Había alcanzado un logro gigantesco!! Me acuerdo de que toda la familia asistió a la graduación. Sabían perfectamente que, a partir de ahí, mi vida profesional tomaba un nuevo rumbo y estaban consientes que cada vez me iban a ver menos.

-Ya para cerrar el ciclo de Cadete. A lo Mero Macho, ¿es verdad que se alquilaban como “chambelanes” de XV Años?

-Ja, ja, ja, me encanta como rompe el protocolo de la entrevista. Es decir, de la tristeza brinca al “chascarrillo” Yo no creo que nos alquilaban, como usted dice, más bien, corrían las solicitudes ante la Comandancia del Cuerpo de Cadetes, pero era visto como muy normal. Vamos, se escogían a los Cadetes para que participaran en los XV Años. Asimismo, Chambelanes de la Reina durante los festejos del Internacional Carnaval de Veracruz.

-A decir verdad, la gente siempre ha expresado su admiración y respeto a los Cadetes de la Naval y del Colegio Militar…

-La gente los ve con cariño

-Una pregunta se me quedó escondida bajo de lengua… ¿Qué sintió la primera vez que participó en el Desfile Militar en la Ciudad de México?

-Es una emoción muy fuerte y resultado de una exhaustiva preparación que llevamos a cabo en la Escuela Naval para poder venir a desfilar a la Ciudad de México, es todo un proceso de prácticas con seis meses de anticipación, agarrar condición física. No es lo mismo marchar al nivel del mar que con la altura de la Ciudad de México.

-¿Cuándo fue su primer desfile?

-En septiembre de 1968.

-¿En plena ebullición del movimiento estudiantil del 68?

-Se respiraba una verdadera tensión social y política muy fuerte.

-¿Le tocó participar en la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos del 68 en el estadio de Ciudad Universitaria?

-Así fue, permanecimos poco más de un mes en la Ciudad de México, alojados en las emblemáticas instalaciones del Heroico Colegio Militar de Popotla.

-¿Cuénteme qué sintió estar en el estadio de CU como cadete de la Naval, en donde los ánimos estaban encontrados?

-Me acuerdo perfectamente de que en la inauguración de los Juegos Olímpicos México 68, los cadetes de la Escuela Naval y del Colegio Militar, fuimos equipados con cartuchos de guerra para ser utilizados en caso de que las cosas se complicaran ¡Afortunadamente eso no sucedió!!

-¿Como Cadete, sentía que México estaba en peligro?

-Nosotros no estábamos bien informados, además, apenas estaba en primer año en la Naval y completamente concentrado al estudio. En aquel entonces, carecíamos de todos esos medios de comunicación que hoy existen. Quizás, nos enterábamos por parte de la propia familia a través de cartas. Además, no podíamos ver televisión ni contábamos como informarnos, estábamos completamente aislados. -Tocándose con su mano derecha la parte trasera e inferior de su espalda, exclama- “Solamente nos equiparon con cartuchos de guerra, así fue como entramos al estadio de Ciudad Universitaria. Formamos una valla muy espectacular porque la escolta de la Naval era la encargada de portar una gigantesca bandera olímpica. Fue un acto que me llena mucho de orgullo. De todo lo demás que sucedía dentro del conflicto político/estudiantil, estábamos ajenos, únicamente nos equiparon para actuar en caso necesario. Repito, ¡Gracias a Dios nada de eso sucedió!!

-¿Le tocó ver la ceremonia inaugural?

-No, porque nos indicaron formar una valla de protección afuera del estadio. Al término de la ceremonia, nos concentraron en las instalaciones del Colegio Militar de Popotla y nos dieron la tarde francos para ver a la familia.

-A lo mero macho, ¿un cadete o un soldado dan su vida por la patria? ¿Ya no hay Niños Héroes?

-Es que así lo forman a uno, además, así es como se Jura Bandera.

-Jurar Bandera, ¿Un simple formalismo?

-¡No! Jurar Bandera… ¡es todo!

-¿Una auténtica promesa de vida?

-¡En efecto! Es una promesa de vida, aunque uno ya no siga dentro de las fuerzas armadas, la Jura de Bandera lo marca completamente. Es una promesa y un compromiso con uno mismo y hacia los demás. Con respecto a su segunda pregunta ¿Si ya no hay Niños Héroes? Posiblemente ya no sea el mismo tipo de Niños Héroes de aquel entonces, a quienes les tocó defender la soberanía nacional y dentro de aquellas circunstancias, pero en el México actual, a uno lo forman precisamente para eso, servir a México.

-¿Qué hay de cierto del supuesto odio entre el Ejército y la Marina?

-¡Eso es totalmente falso! Nunca he sentido tal cosa. Tanto los elementos que integran el Ejército Mexicano como la Marina/Armada de México, ambos, Juran Bandera y sirven a la misma patria.

-¿Cuál fue la primera misión que le encomendaron al graduarse de la Naval Militar?

-Cuando obtengo el grado de Guardiamarina, viene un proceso de un año embarcado. Primero en cubierta, y luego, en máquinas para preparar el examen profesional. Me enviaron al puerto de Tampico a bordo del Buque Chihuahua, junto con otros tres Guardiamarinas y con una duración de seis meses. Posteriormente, me comisionan al puerto de Acapulco, otros seis meses a bordo de un buque, era navegar, realizar estudios y cálculos astronómicos.

-¿Es poner en práctica lo aprendido?

-Es que nunca se deja de aprender y tener derecho al examen profesional. Después, me concentran en el puerto de Veracruz.

-¿La capacitación de un marino es continua?

-Aunque uno ya es oficial de la Armada de México, el factor de la capacitación es fundamental en la formación y lograr aprobar los exámenes profesionales, es como se asciende a teniente de Corbeta.

-Antes de preguntarle ¿Por qué piloto aviador?... ¿Es verdad que un marino tiene un hijo en cada puerto?

-Justo al momento en que bebe un poco de agua, al escuchar la pregunta se sorprende y tose levemente y me dice: “Válgame Dios” ¡No, no, eso no puede ser!! Yo había escuchado aquello que un amor en cada puerto… ¿pero un hijo en cada puerto?, no pues no.

-¿Ni tampoco un hijo en cada puerta?

-¡Menos!, recuerde usted que pasamos mucho tiempo navegando, lo que sí le puedo afirmar, es que uno logra conocer muchos lugares y puertos distantes, tanto del país como del extranjero.

-¿No se sentía solo y sin formar un hogar?

-Mire don Edmundo, me casé cuatro años después que me había graduado, justo cuando asciendo a teniente de Corbeta y me doy a la tarea de acudir a la convocatoria para ser piloto aeronaval.

-Ahora sí, ¿por qué piloto?

-La aviación me llamó la atención desde que era Cadete y sin tener ninguna relación con ella, porque la vida de un marino son los barcos. Recuerdo que, siendo Guardiamarina, unos pilotos navales fueron a invitarnos para que hiciéramos los exámenes para concursar, y como ya traía ese “gusanito” Quizás, el papá de uno compañero cadete era piloto aviador naval, creo que eso influyó. No obstante que fuimos tres compañeros que hicimos dichos exámenes, solamente fui yo, quien logró graduarse, porque los otros dos, no aprobaron los exámenes en la Escuela de Aviación Naval que está ubicada en Las Bajadas, Veracruz.

-¿Camina siempre adelante…?

-Fue de esa manera que logre obtener el título de Piloto de Ala Fija.

-¿Cuánto tiempo permaneció a bordo de los barcos?

-A decir verdad, fue muy poco tiempo el que pude estar a bordo de los barcos, recorriendo un par de veces todo el litoral del territorio mexicano, es decir, primero el Golfo de México y luego el pacífico. Así como los viajes de prácticas al extranjero, visitando Ghana en África, luego, Brasil. Por cierto, como acababa de pasar el mundial de Futbol México 70, en Río de Janeiro, en la Bahía de Guanabara, nos recibieron con mucho gusto porque Brasil acaba de coronarse campeón y pensaban que todos éramos de Guadalajara. Como le relataba, cuando ascendí a teniente de Corbeta, casi de inmediato presenté el examen para la Escuela de Aviación y me dediqué de lleno a desempeñarme como piloto aviador.

-¿En dónde existe mayor adrenalina, en los barcos o en los aviones?

-¡Por supuesto que en los aviones! Es una actividad de muchísimo más riesgo. Vamos, en un barco existe un mayor equipo humano y material, es un conjunto de fuerzas y de marinos con enorme conocimiento y responsabilidad.

-¿Y en cuanto al riesgo en la aviación…?

-En los aviones solamente son dos personas quienes tripulan. Debo reconocer que en aquellos años eran aviones muy viejos que habían pertenecido a los Estados Unidos, utilizados en la Segunda Guerra Mundial.

-¿Cuánto duró su periodo de capacitación y en qué tipo de aviones realizaba sus pruebas?

-Año y medio. El primer avión que me tocó tripular fue un mono motor Cessna 150, sumamente pequeño en donde podía comprobar si uno contaba con esa habilidad y valor natural para volar solo.

-¿Cuántas horas de vuelo tenía que aprobar?

- Eran 12 horas de prácticas junto al instructor, pero a partir de ahí, uno tenía que volar solo.

-¿Y si no podía volar solo?

-Le asignaban vuelos extras, y si aun así, no podía, de inmediato lo daban de baja.

-A lo mero macho, ¿no le daba miedo que se le cayera el avión?

-Quiero que sepa que la aviación sigue siendo muy segura. Son más los accidentes en carreteras o en vías de ferrocarril, que los aéreos

-¿Qué sintió cuando le entregaron sus Alas, haber aprobado los exámenes y estaba capacitado para tripular aviones?

-Era mi segunda graduación. A partir de ese momento, mi vida se desarrolló en los Escuadrones Aeronavales.

-¿Cuál fue esa primera misión como piloto aviador?

-En el Escuadrón Aeronaval de Isla Mujeres, Quintana Roo, tripulando dos aviones Grumman Albatros HU16D, que eran anfibios, muy grandes y pesados. Aviones viejos pero robustos y muy seguros, realizando patrullajes aéreos de vigilancia en la península de Yucatán y brindando apoyo logístico en la Isla. De esto, le estoy hablando de 1978.

-¿Cómo coordinarse con los Grupos de Asalto en las Fuerzas Especiales?

-Nuestras Fuerzas Armadas han avanzado muchísimo. Déjeme contarle que cuando estaba en activo, no me tocaron los problemas de organizaciones delictivas que hay ahora. Básicamente, nuestros vuelos eran de vigilancia marítima, custodiar la soberanía sobre el mar, apoyos logísticos a la población civil en casos de desastres naturales y vigilancia pesquera. Ahí permanecí durante dos años. Posteriormente, me comisionan a Veracruz como instructor de vuelo en la Escuela de Aviación en donde me había graduado.

-¿Era regresar a su Alma Máter?

-¡Exacto! Sin lugar a dudas. una experiencia sensacional compartir mis conocimientos con los nuevos próximos pilotos. -Al vicealmirante Tiscareño, un hombre de mucha sensibilidad, de nueva cuenta, se le quiebra la voz y sus ojos enrojecen por la presencia de lágrimas que le produce la emoción y recuerdos- “Fue un gran orgullo haber permanecido, durante dos años, como instructor de vuelo. Una experiencia maravillosa, lo mismo impartía clases a cadetes como a oficiales/alumnos, algo muy grato de recordar.

-¿Cómo fue su paso como Comandante del Escuadrón Aéreo de Alerta Temprana y subinspector?

- Eso sucedió años después, pero de eso, hablaremos en la tercera y última parte de esta amena charla. Me tiene completamente impresionado… ¿Le parece?

-Continuará-

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