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La caballa es un pescado azul altamente nutritivo y recomendado por programas como “A comer pescado” en Perú, que busca promover su consumo debido a los múltiples beneficios que aporta al organismo. Sin embargo, no es adecuada para todas las personas, ya que en algunos casos puede representar riesgos para la salud.
¿Por qué algunas personas deben evitarla?
De acuerdo con Elika, Seguridad Alimentaria, este pescado contiene trazas de mercurio, una sustancia que, en exceso, puede ser tóxica para el sistema nervioso y el desarrollo fetal. Por este motivo, mujeres embarazadas, en periodo de lactancia y niños pequeños son los principales grupos en los que se recomienda limitar o evitar su ingesta. La acumulación de mercurio podría afectar el desarrollo cerebral y el sistema nervioso en los más pequeños.
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¿Cómo afectan las alergias al consumo de caballa?
Las alergias alimentarias son otro factor importante a considerar. La caballa, como otros pescados, puede desencadenar reacciones alérgicas graves en personas sensibles. Estas reacciones pueden incluir desde irritaciones leves en la piel hasta cuadros severos como anafilaxia, lo que requiere atención médica inmediata. Es crucial que quienes han experimentado alergias al pescado consulten con un especialista antes de consumir caballa.
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¿Qué pasa con las personas con gota o problemas renales?
La caballa también es rica en purinas, compuestos que al descomponerse en el organismo generan ácido úrico. Las personas con gota o predisposición a altos niveles de ácido úrico deben evitar este pescado, ya que podría exacerbar sus síntomas. Además, quienes padecen enfermedades renales deben consumirla con precaución, debido a su contenido mineral que puede ser difícil de procesar en casos de insuficiencia renal.
¿Qué recomendaciones existen para consumir caballa de manera segura?
Para quienes no tienen estas condiciones, la caballa sigue siendo un alimento saludable y versátil. Sin embargo, es fundamental asegurarse de que esté correctamente cocinada o manipulada, ya que consumirla cruda o mal cocida aumenta el riesgo de intoxicaciones alimentarias por bacterias o parásitos.