El núcleo del Barrio Chino de la ciudad de México comprende el tramo del callejón de Dolores entre la avenida Independencia y la calle Artículo 123. Basta hacer una visita de noche y ver las farolas de papel rojo, encendidas con un aire exótico, para darse una idea del por qué es el corazón de esta comunidad oriental.
Otra opción es probar la comida del que a la fecha es el restaurante más antiguo aún abierto, el Hong King. Para más de un apasionado de la gastronomía, la enorme variedad de platillos ofrece un sabor distintivo, difícil de encontrar en otros rincones capitalinos.
Esta entrega de Mochilazo en el Tiempo presenta la historia de un sitio de más de seis décadas, ahora icónico, que se ha esforzado en conservar los sabores tradicionales que llegaron a México desde el otro lado del océano, además de aportar a las relaciones culturales entre China y nuestro país.
Hoy en día, la señora Meimei no pasa ratos largos en el restaurante. Además de contar con apoyo de familia y personal de confianza, ya ha dedicado la mayor parte de su vida a mantener en marcha el establecimiento que hoy cocina alrededor de 160 platillos distintos.
Por supuesto, el edificio de dos plantas, con interior tapizado de paisajes asiáticos en colores metálicos, no es el mismo local en que ella trabajó desde su niñez. Su familia ya se encontraba en México en los años 40, aunque su padre llegó entre 1950 y 1952.
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El paso del tiempo muestra la prosperidad que han logrado los comerciantes de la calle de Dolores. Desde los años ochenta han crecido los establecimientos, hay más adornos y los festejos de año nuevo son más populares. Fotos: Archivo EL UNIVERSAL y Valente Rosas/EL UNIVERSAL.
Explica que el negocio de comida pertenecía a unos paisanos que decidieron regresar a Hong Kong para disfrutar su retiro. “Fue entonces que entró mi papá, en el 63… Poco a poco empezamos como negocio familiar, con todo y tener que ir a la escuela”, comenta.
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Por su parte, el ingeniero Alfredo Perales, jubilado del IMSS y defeño de la época de la señora Meimei, recuerda cómo era el Hong King en los años 60 y 70. Asegura que era un local angosto, mientras señala la cuarta parte del edificio actual.
Nos narra que “la carta era muy básica: chop suy, chow mein, arroz frito, paquetes con carne de res”, y que años después agregaron ingredientes como camarones, otras verduras y en general, más platillos, del mismo modo que sucedió con las ampliaciones.
Esto lo confirma el señor Toño quien, como mesero contratado desde 1990, es el trabajador más experimentado del restaurante.
Desde los años 80 él ya conocía este local del barrio, cuando el alumbrado público era escaso, no había mucha publicidad oriental y existía el negocio de comida, entonces el más antiguo, el Shanghai.
Desde entonces y sin falla, no deja de animarse a visitar otros restaurantes de comida china como cliente, pero una y otra vez comprueba que es difícil encontrar la calidad y la variedad de los platos que él mismo se honra en llevar de la cocina a las mesas de Hong King.
Otro dato valioso que aporta es el significado del nombre del restaurante: sin dudar explica que según le han comentado sus jefes, puede traducirse como “buena vista” o “panorama”.
En sus palabras, aquí son “de gastronomía por nacimiento”, por lo que no repara en recomendar sus favoritos: el pato Beijing en salsas de ciruela y szechuan, que se rebana sólo al servirse; y el pescado ton siu yee, que recomienda pedir frito para disfrutar al máximo el frijol negro de soya con jengibre, ajo y el aceite de ajonjolí.
Don Toño cuenta entre sus preferidos el pato, que se acompaña con el toque mexicano de unas tortillas de harina calientitas. Instagram.
Entre los pedidos más frecuentes, menciona de nuevo el pato rostizado, pero agrega “los de la casa”, como el mapo tofu, el chow mein (tallarines con carne o camarón), las verduras con "fideo cristal" y los camarones, ya sea a la hawaiana o mandarín, que son picantes.
Algo que habla muy bien de Hong King es que la comida se ve igual en las fotos y en persona. Instagram.
Más allá de ampliar el local, la estrategia comercial apostaba también por darle razones al público para sentirse a gusto y decidir volver. De acuerdo con la señora Meimei, cuando Dolores todavía no era calle peatonal, sólo ellos ofrecían servicio de valet parking.
También en lo que se refiere a la decoración típica del “Barrio Chino más pequeño del mundo”, -como lo llama la revista sobre fotografía, Lomography- la CDMX le debe este colorido rincón al Hong King, pues afirman que hace décadas tuvieron la iniciativa de colocar las farolas y sombrillas chinas que hoy caracterizan al callejón.
Con el tiempo incluso se acercaron, con otros locatarios, a las oficinas de la entonces Delegación Miguel Hidalgo, para colocar elementos monumentales como los “arcos chinos” sobre avenida Juárez e Independencia.
Sobre los primeros festejos del año nuevo lunar en el Barrio Chino, la señora Meimei platica que, si bien no recuerda con claridad la primera ocasión, sí recuerda que varios comerciantes de la zona se unieron con la idea de celebrar.
En la fiesta del año nuevo no puede faltar la visita del león al restaurante, para atraer la abundancia. Instagram.
Comparte que, sólo tal vez, la primera celebración habría sido un año del tigre, por lo que haciendo cuentas una fecha tentativa sería febrero de 1986.
Ya sea que comenzara en los 70 o los 80, no se trataba de un evento tan grande como el actual, en parte porque tampoco se esperaba tanta participación, como tampoco muchos espectadores.
“Antes la promoción era de voz a voz, ya cuando fuimos con la Delegación colgábamos mantas. Hasta ahora se hace a través de las redes sociales”, nos cuenta.
Entre los momentos más esperados de la fiesta, que ahora sí espera multitudes, destaca la danza del león: “Para recibir el año nuevo, todos los negocios colgamos una lechuga, esperando al león para que se la ‘coma’ y la ‘escupa’, que [representa] la prosperidad para el negocio”, explica.
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Hace al menos tres décadas que se abrió una convocatoria a escuelas mexicanas de artes marciales que entrenan atletas para esta danza en Dolores, aunque Hong King contrata un grupo de baile desde hace unos 16 años.
La señora Meimei expresa con sentimiento: “mi papá siempre ha querido mucho a China”, y conforme comparte los esfuerzos del señor José Marx, queda claro el por qué. Entusiasta por beneficiar a su comunidad, don José fue el contacto con el primer embajador chino, que era cantonés, al igual que varios platillos del menú de la familia Marx.
Otra ocasión en que colaboró fue la llegada de los pandas Ying Ying y Pe Pe a México, que ganaron fama en Chapultepec por dar a luz, en 1975, al primer panda en nacer y vivir en cautiverio fuera de China, Tohuí.
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Eso sí, el principal frente de batalla para nuestra entrevistada es el restaurante, pues opina que su distintivo es “conservar la manera de trabajar tradicional” al mismo tiempo que hacen su mejor esfuerzo por hacer fusión gastronómica.
Mantenerse en el radar culinario de la CDMX requiere estrategias que van desde decisiones sutiles, como agregar tropicales trozos de piña al pollo agridulce, hasta incorporar tendencias como el dim sum, una comida de “bocados” de masa al vapor rellena, típica de la cocina cantonesa y shanghainesa.
Este legado es la razón por la cual, hasta este año 4721 del calendario chino, Meimei se esfuerza en preservar sabores, sazón y recetas, así como en mantener la imagen del Barrio Chino al que hoy miles de entusiastas de la cultura asiática visitan en fines de semana.
No es para menos, pues Hong King incluso fue la sede de la junta delegacional para tratar la remodelación del barrio, a la que asistieron personajes como Carlos Slim y periodistas como Joaquín López Dóriga.
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Sin embargo, reconocen que existen situaciones más difíciles de abordar que otras. La presencia de ambulantaje es una de ellas, porque mientras el restaurante paga impuestos, permisos y hace trámites para estar en regla, los vendedores que llegaron al callejón de Dolores tras la remodelación tienden a ser irregulares.
Otro punto que señala es la ya distintiva decoración, porque la electricidad para las farolas corre por cuenta de cada establecimiento. Reconoce que hubo tramos sin farolas hasta que un paisano decidió aportarlas de su propio bolsillo.
A pesar de que aspectos de la remodelación como el asfalto, la peatonalización de la calle y la instalación de arcos chinos sí contaron con aportes del gobierno, en el día a día son los locatarios quienes nutren el espacio colorido de este Barrio Chino capitalino.