La vitamina D regula distintas funciones del cuerpo de manera orgánica, es decir, que cuando entra en contacto con la luz solar aumenta la presencia de este nutriente. La situación cambia durante el invierno, debido a que el clima se torna lluvioso.
Las bajas temperaturas disminuyen las defensas del organismo, lo cual lo hace vulnerable a enfermedades respiratorias, como lo pueden ser el resfriado, alergias, bronquitis y rinitis.
Además, agrava malestares de personas con asma, fibrosis pulmonar o neumonía. En este contexto, la vitamina D juega un papel fundamental pues permite que el sistema inmune se mantenga en óptimas condiciones con una sencilla medida: la alimentación.
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Durante el invierno, la vitamina D se convierte en un nutriente necesario para la salud y esto se debe a que ayuda al cuerpo a absorber el calcio, una de las principales sustancias necesarias para tener huesos fuertes, explica el Instituto Nacional de Salud (INS) de Estados Unidos.
Los músculos necesitan dicha vitamina para el movimiento y regular la temperatura, mientras que los nervios la utilizan para transmitir mensajes entre el cerebro y otras partes del cuerpo.
La vitamina D también es indispensable para que el sistema inmunitario pueda combatir las bacterias y los virus que lo atacan. Y es que se produce de manera natural cuando una persona se expone al sol, siempre con moderación.
El INS detalla que, ante la ausencia del sol, una manera de compensar la ingesta de vitamina D es a través de los alimentos. Cuando este nutriente falta se genera un déficit cuyas señales son:
Por otra parte, el portal Mayo Clinic enfatiza que algunos grupos -especialmente en personas con obesidad, de piel oscura y mayores de 65 años- pueden tener niveles más bajos de vitamina D debido a su alimentación, la poca exposición al sol u otros factores.
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El pescado es un alimento que permite dotar al cuerpo de la vitamina D necesaria en esta temporada donde se aproxima el invierno. Específicamente, el salmón contiene niveles elevados de dicho nutriente.
Una porción de 100 gramos de salmón contiene 15 microgramos de vitamina D, cantidad con la que se cubre la ingesta diaria. A su vez, este pescado azul es fuente abundante de proteínas y ácidos grasos Omega-3.
Por si fuera poco, consumir salmón también disminuye los niveles de colesterol y triglicéridos, mejora la circulación sanguínea y ayuda a prevenir la formación de coágulos.
En esta temporada de frío, el salmón se convierte en un auxiliar para reducir la aparición de enfermedades comunes respiratorias. Y su versatilidad en la cocina es amplia, ya que puede comerse a la plancha, al horno, en caldo o acompañado con ensaladas.
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