La historia de uno de los asesinos seriales más violentos a nivel mundial, es, sin duda, estremecedora y aterradora. Mató a más de 300 niñas a las que “les quitó la inocencia” tal como la vida lo hizo con él.
Pedro Alonso López, mejor conocido como el “Monstruo de los Andes” fue el responsable del asesinato de alrededor de 350 niñas procedentes de Colombia, Ecuador y Perú.
Recibió ese sobrenombre porque enterró a sus víctimas en ríos poco profundos, en el área de la cordillera de los Andes que abarca los territorios de Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y parte de Venezuela.
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Según datos de La Vanguardia, Pedro Alonso vivió una infancia marcada por la violencia, los abusos y por el sexo. Nació el 8 de octubre de 1948 en la localidad Ipiales, un municipio de Colombia.
Su madre era sexoservidora, tuvo 12 hijos, productos de sus clientes. Pedro fue uno de ellos y vio cómo su madre llevaba a su casa a varios hombres.
El artículo de dicho medio detalla que la madre de Pedro sostenía relaciones sexuales con sus clientes en el mismo cuarto donde estaban sus hijos, solamente los dividía una cortina.
Fue, tal vez, por la forma en la que creció Pedro Alonso, que a la edad de 9 años intentó tener relaciones sexuales con una de sus hermanas, razón por la cual su madre lo corrió de su casa, no sin antes quemarle los pies con una veladora.
Vecinos relataron que su madre también lo golpeaba constantemente con una escoba.
Así, sin cumplir siquiera los 10 años vivió en la calle y fue violado por otros hombres que también eran indigentes.
Su suerte pareció cambiar a los 12 años cuando presuntamente una pareja de estadounidenses lo adoptó; pero ya en su nueva escuela uno de sus profesores abusó de él y volvió a las calles, donde aprendió a robar y conoció las drogas.
Estuvo preso por delito de robo, en la cárcel también abusaron sexualmente de él los presos, cosa que despertó al asesino serial en el que se convertiría, ya que degolló a sus agresores y fue allí que se dio cuenta el placer que le producía matar.
Para ese entonces, en su mente trastornada figuraban los abusos sexuales, la pornografía y el placer por matar.
El “monstruo de los Andes” fijó su mirada en las niñas de entre los 8 y 14 años, a quienes trataba de quitarles la inocencia tal y como la vida lo hizo con él.
La Vanguardia detalla que Pedro Alons prefería asesinar a sus víctimas de día porque le gustaba ver cómo “se apagaba la luz de sus miradas”, además eran niñas indígenas.
En 1973 ingresó a Ecuador, se instaló en el municipio de Cevallos y fue en ese lugar que continuaría con los asesinatos.
Según se detalla en un documental del programa colombiano Crónicas RCN, Alonso buscaba apartar a sus víctimas de sus madres, les decía que les regalaría dinero y luego las llevaría a un lugar cercano a un río para violarlas y extrangularlas hasta causarles la muerte.
Entre 1978 y 1980, hubo un aumento en desapariciones de niñas en Colombia y más tarde en Ecuador.
Para 1980, se inicia un proceso legal en su contra en Ecuador, el “monstruo de los Andes” confesó haber asesinado a varias niñas, lo que nadie se imaginaba es que ya eran más de 150 víctimas de diferentes municipios y países.
Una de ellas sería Flor Alba Sánchez, de 11 años y medio, que trabajaba como empleada doméstica en la casa de una de sus vecinas. Fue encontrada a un costado de un río, Pedro Alonso confesó haberla asesinado.
Al principio, cuando estaba preso, no quiso decir nada de sus crímenes; no obstante, los investigadores sabían que Pedro profesaba la fe católica, así que se les ocurrió que uno de ellos se hiciera pasar por sacerdote y funcionó.
El supuesto padre Córdoba Gudino estuvo con Pedro y éste le confesó todos sus crímenes y dio los detalles de cómo asesinó a las niñas, también dijo en dónde las había enterrado.
En Perú mató alrededor de 100 niñas de entre 9 y 12 años, cosa que casi le cuesta la vida; pues los locatarios lo enterraron hasta el cuello y sobre su cabeza pusieron miel para que fuese devorado por las hormigas.
Parecía que su fin había llegado, pero una misionera estadounidense lo rescató y prometió llevarlo con las autoridades; sin embargo, no fue así o probablemente escapó.
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Tras una condena de 16 años, a López también lo analizaron los especialistas en psiquiatría y determinaron que padecía de sus facultades mentales.
Cosa que lo llevó a un establecimiento carcelario psiquiátrico llamado “La Modelo” en Bogotá, donde estuvo cuatro años y salió por buena conducta.
Tiempo después se descubrió que Pedro Alonso fingió tener una enfermedad mental para que no se le condenara como a una persona racional, y así evadir su culpabilidad por haber violado y torturado a las niñas.
Para 1998 estaba libre, por lo que continuó asesinando y torturando a más niñas.
Cabe destacar que Pedro Alonso López también fue llamado como “el estrangulador de los Andes”.
El periodista Gómez Remolina, que fue quien le atribuyó más de 300 asesinatos, murió de forma trágica en un evento que se le llamó “La masacre de Pozzetto”.
Lo lamentable, es que el asesino serial más despiadado del que se haya tenido registro, no murió en la cárcel, sino que se desconoció su paradero y no se abrió la carpeta de investigación porque fue dado por muerto.
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ayef