Mantener fuerte la salud de nuestro cuerpo es posible si se mantiene en los niveles óptimos las vitaminas, minerales, proteínas y nutrientes que este necesita para su funcionamiento. A través de una adecuada alimentación es que podemos conseguirlo, sumado a actividad física y hábitos que no sean nocivos para nuestro organismo.
En esta oportunidad, haremos referencia a un mineral cuya importancia se centra, entre otros beneficios, en la prevención de los calambres musculares y la osteoporosis. Se trata del magnesio, del cual destacaremos sus funciones y los impactos que provoca en nuestro sistema nervioso y en los músculos.
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Lo primero es entender que la osteoporosis, según el Instituto Mayo Clinic, provoca que los huesos se debiliten y se vuelvan quebradizos, mientras que un calambre es la tensión repentina e inesperada de uno o más músculos. Ahora sí podemos avanzar en entender cómo el magnesio interviene para evitar estas situaciones.
Desde la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos precisan que un hombre precisa de entre 400 y 420mg de magnesio por día, mientras que la cantidad en las mujeres es de entre 310 y 360mg. Por lo general, la dieta alimenticia de las personas no logra cubrir esas cantidades por lo cual se produce una deficiencia de este mineral en el organismo.
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Entre las principales consecuencias o síntomas de la deficiencia de magnesio en el organismo se encuentran la fatiga, los calambres musculares, la osteoporosis y las convulsiones. En este punto la Biblioteca Nacional de Medicina remarca que este mineral tiene entre sus funciones el ayudar a mantener nuestros huesos fuertes ya que se encarga de facilitar la absorción de otro mineral esencial, el calcio.
Las conclusiones a las que arriban los especialistas indican que incorporar suficiente magnesio en nuestra dieta es indispensable para tener una buena salud. Por tal motivo es que te señalamos los alimentos a través de los cuales lo puedes ingerir: el brócoli, el café, los porotos, las lentejas, el pollo, el pescado, la espinaca, las nueces, las almendras, los frutos secos, el yogur, el chocolate negro, las semillas de girasol, el queso, la avena, el choclo, las semillas de sésamo, el arroz integral y la acelga.