Muchas personas mantienen una vida de bienestar físico y mental sosteniendo hábitos positivos para su organismo y basándose en el cuidado de la salud a través de los preceptos de la medicina tradicional. Así es como previenen y tratan enfermedades, dolencias y afecciones mediante el uso de productos de la naturaleza.
La propia Organización Mundial de la Salud afirma que la medicina tradicional tiene una larga historia y la describe como la suma de los conocimientos, habilidades y prácticas basadas en las teorías, creencias y experiencias indígenas de diferentes culturas, explicables o no, que se utilizan en el mantenimiento de la salud y la prevención, el diagnóstico, la mejora o el tratamiento de enfermedades físicas y mentales de las personas.
Beneficios de la semilla negra
Plantas, raíces, semillas, hierbas y tubérculos forman parte de los insumos con los que la medicina tradicional aborda ciertos temas de salud. Sus conocimientos han traspasado los límites internacionales y del tiempo por lo que, en la actualidad, algunas de sus prácticas se mantienen como parte de la tradición de algunas culturas.
Al respecto, la Nigella sativa, más conocida como semilla negra o comino negro, es considerada como una gran aliada de la salud de las personas. Puede encontrarse como ingredientes de diversos productos, en forma de semilla, polvo, suplemento dietario o aceite (extracto), de acuerdo a un informe de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
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Entre los principales componentes de la semilla negra se destacan la timoquinona y la alfahenderina, con un gran impacto en la salud ya que le confieren propiedades antiinflamatorios, antioxidantes, antiespasmódicos y broncodilatadores, de acuerdo a datos del Centro Nacional de Información Biotecnológica (Estados Unidos).
Además, según un artículo de la Revista Asia Pacífico de Biomedicina Tropical, estas semillas son ricas en ácidos grasos saturados, ácidos insaturados, vitaminas y minerales como potasio, hierro y zinc. Se trata de una combinación de componentes beneficiosos para aliviar las vías respiratorias, tratar el asma, la fiebre del heno, la diabetes, la presión arterial alta, el eccema y los calambres menstruales, de acuerdo a un informe de los Institutos Nacionales de la Salud (Estados Unidos) que igualmente aclara que “no existe una buena evidencia científica que respalde muchos de estos usos”.