El científico João Pedro de Magalhães, especialista en biogerontología y egresado de la Universidad de Harvard, ha desarrollado un enfoque ambicioso y disruptivo para la longevidad humana. A través de investigaciones profundas sobre los procesos del envejecimiento, su laboratorio en la Universidad de Birmingham trabaja en teorías y métodos experimentales que, de ser exitosos, podrían extender la esperanza de vida humana de manera radical, desde los mil hasta los 20 mil años. Aunque este planteamiento parece ciencia ficción, el objetivo central es encontrar soluciones que ralenticen o detengan las enfermedades y el deterioro físico relacionado con la edad.
Una de las preguntas principales que Magalhães se plantea es por qué envejecemos. En su opinión, el envejecimiento no es solo consecuencia de la acumulación de daños moleculares como el deterioro del ADN o el acortamiento de los telómeros, sino que también responde a procesos genéticamente programados que, aunque son útiles en el desarrollo y crecimiento, con el tiempo se vuelven perjudiciales. En esta línea, su laboratorio intenta comprender y manipular los genes que regulan estos procesos, apuntando a frenarlos para reducir los efectos negativos del envejecimiento.
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Magalhães argumenta que, aunque la genética tiene un rol limitado en la longevidad para personas promedio, esta influencia aumenta en quienes alcanzan edades avanzadas, como los centenarios. Así, los estudios genéticos realizados en gemelos sugieren que aproximadamente el 25% de la longevidad depende de factores genéticos, mientras que el resto está influenciado por el estilo de vida. Sin embargo, alcanzar edades extremas, como los 100 o 120 años, requiere una predisposición genética específica, lo cual convierte a la genética en una pieza clave en la longevidad humana excepcional.
El equipo de Magalhães emplea tanto métodos computacionales como experimentales. Analizan grandes cantidades de datos para identificar patrones genéticos asociados con el envejecimiento y la longevidad, realizando pruebas en células y modelos animales. Estos experimentos incluyen estudios en gusanos y otros organismos, donde prueban medicamentos que extienden su vida útil. El objetivo es adaptar estos hallazgos a los seres humanos, buscando tratamientos que puedan detener o ralentizar el envejecimiento de forma efectiva.
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Magalhães cree que, si logramos eliminar las enfermedades y la degeneración asociada al envejecimiento, la esperanza de vida media podría superar los 1.000 años, alcanzando en algunos casos los 20.000. Esta predicción se basa en un modelo donde las tasas de mortalidad y degeneración se mantienen al nivel de los individuos jóvenes. Aunque estos cálculos son especulativos, la investigación detrás de ellos muestra el potencial de una longevidad extendida.
El objetivo del trabajo de Magalhães no es simplemente prolongar la vida, sino garantizar una buena calidad de vida a lo largo de los años adicionales. Aspira a que las personas de edad avanzada mantengan una salud comparable a la de una persona mucho más joven, previniendo enfermedades como el Alzheimer y el cáncer. Según sus estudios, detener el envejecimiento impactaría positivamente en diversas enfermedades, ya que rejuvenecer tejidos y órganos podría prevenir condiciones graves.