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A veces puedes sentir que el mundo se está quemando.
Europa vive una ola de calor que ha sido apodada como la “semana infernal” en Italia.
Se han registrado temperaturas superiores a 50°C en China y Estados Unidos, donde se utilizan bolsas para cadáveres llenas de hielo para refrescar a los pacientes de los hospitales.
Reino Unido acaba de tener el mes de junio más caluroso de su historia. Y en 2022 este país registró más de 40°C por primera vez.
Se estima que la ola de calor que sufrió Europa el año pasado causó unas 60 mil muertes.
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No sorprende que las Naciones Unidas advierten que ahora vivimos en la era de la “ebullición global”.
“Pienso que es realmente importante darse cuenta de que no es algo distante o del futuro. Lo estamos viendo ahora”, dice la profesora de Lizzie Kendon, del Servicio Meteorológico Nacional de Reino Unido.
¿Qué significa entonces el cambio climático para nuestro cuerpo y nuestra salud?
Tiendo a colapsar en un charco sudoroso cuando hace calor, pero me han invitado a participar en un experimento de ola de calor.
El profesor Damian Bailey, de la Universidad de Gales del Sur, quiere darme una experiencia típica de ola de calor. Empezaremos a 21°C, luego subiremos el termostato a 35°C y finalmente a 40,3°C, el equivalente al día más cálido de Reino Unido.
“Sudarás y la fisiología de tu cuerpo puede cambiar considerablemente”, me advierte el profesor Bailey.
Luego me lleva a la cámara medioambiental. Es una habitación montada con equipos científicos que puede controlar la temperatura, la humedad y los niveles de oxígeno con precisión.
Ya había estado aquí antes explorando los efectos del frío.
Pero las paredes de acero brillante y la puerta pesada me hacen sentir como si estuviera mirando hacia dentro de mi horno.
La temperatura empieza en perfectos y agradables 21°C cuando el profesor Bailey da la primera instrucción de “quitar todo por completo”.
Luego estoy conectado a una vertiginosa serie de artilugios que rastrean la temperatura de mi piel y mis órganos internos, mi ritmo cardíaco y mi presión arterial.
Una enorme boquilla analiza el aire que exhalo y un ultrasonido inspecciona el flujo de sangre a mi cerebro a través de las arterias carótidas en mi cuello.
"La presión arterial funciona bien, la frecuencia cardíaca funciona bien, todas las señales fisiológicas en este momento indican que estás en plena forma", me dice el profesor Bailey.
Tenemos un ejercicio rápido para el cerebro, memorizar una lista de 30 palabras. Se encienden los ventiladores. La temperatura empieza a subir.
Mi cuerpo tiene el objetivo simple de mantener la temperatura alrededor de mi corazón, pulmones, hígado y otros órganos a unos 37°C.
“El termostato en nuestro cerebro, o el hipotálamo, está constantemente probando la temperatura. Luego manda todas esas señales para mantener eso”, dice Bailey.
Tomamos una pausa a 35°C para hacer más mediciones. Se siente calor ahora. No es incómodo y estoy sentado relajado en una silla, pero no me gustaría trabajar o hacer ejercicios aquí.
Algunos cambios en mi cuerpo ya están claros. Estoy más rojo. Damian también, ya que está aquí dentro conmigo. Esto es porque los vasos sanguíneos cerca de la superficie de mi piel se están abriendo para facilitar que mi sangre caliente pierda calor en el aire.
También estoy sudando, no goteando, pero positivamente brillando, y cuando el sudor se evapora, eso me refresca.
Entonces subimos a 40,3°C y ahora siento cómo el calor me engulle.
“No es lineal, sino exponencial. Cinco grados más no parece mucho, pero psicológicamente es un reto mucho más grande”, dice el profesor Bailey.
Estoy contento de que no subiremos más. Cuando me paso la mano por la frente, está empapada. Es hora de repetir las pruebas.
Cuando tiro mi ropa sudada al suelo, me seco con la toalla y vuelvo a subir a la báscula. Me sorprende saber que he perdido más de un tercio de un litro de agua durante el transcurso del experimento.
El costo de abrir todos esos vasos sanguíneos cerca de mi piel para perder calor también es claro. Mi frecuencia cardíaca ha aumentado significativamente y a 40 °C está bombeando un litro más de sangre por minuto alrededor de mi cuerpo que a 21 °C.
Esta tensión adicional en el corazón es la razón por la cual hay un aumento en las muertes por ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares cuando las temperaturas se disparan.
Y a medida que la sangre se dirige a mi piel, es mi cerebro el que sale perdiendo. El flujo de sangre disminuye y también mi memoria a corto plazo.
Pero el objetivo principal de mi cuerpo, mantener mi temperatura central en torno a los 37°C, se ha logrado.
"Tu cuerpo está funcionando bastante bien para tratar de defender esa temperatura central, pero, por supuesto, los números sugieren que no eras la misma bestia a los 40°C que a los 21°C y eso es en menos de una hora", dice el profesor.
La humedad como factor
En mi experimento solo varió la temperatura, pero el otra factor crucial a considerar es la humedad, la cantidad de vapor de agua en el aire.
Si alguna vez te has sentido realmente incómodo en una noche bochornosa, entonces puedes culpar a la humedad, ya que afecta la capacidad de nuestro cuerpo para refrescarse.
Sudar no es suficiente. Solo cuando este sudor se evapora en el aire nos da el efecto refrescante.
Cuando ya hay altos niveles de agua en el aire, es más difícil que el sudor se evapore.
Damian mantuvo la humedad al 50% (no inusual en Reino Unido), pero un equipo de la Universidad del Estado de Pensilvania examinó a un grupo de adultos jóvenes y saludables con diferentes combinaciones de temperatura y humedad.
Estaban buscando el momento en que la temperatura corporal central comenzara a aumentar rápidamente.
“Es entonces cuando se torna peligrosa. Nuestra temperatura central empieza a aumentar y puede ocurrir fallo orgánico”, dice la investigadora Rachel Cottle.
Y ese punto peligroso se alcanza a temperaturas más bajas si la humedad es alta.
La preocupación es que las olas de calor no solo se están volviendo más frecuentes, largas y más severas, sino que también son más húmedas”, dice Cottle.
La experta señala que el año pasado India y Pakistán fueron golpeados por una ola de calor severa con temperaturas críticas y una alta humedad. “Es un problema de ‘ahora’, no futuro”, comenta.
El cuerpo humano está diseñado para operar a una temperatura central de alrededor de 37°C. Nos mareamos y nos volvemos más susceptibles a desmayarnos cuando esta se aproxima a 40°C.
Altas temperaturas centrales dañan los tejidos de nuestro cuerpo, como los músculos del corazón y el cerebro. Llega un punto en que se vuelve mortal.
“Cuando la temperatura central aumenta a 41°C - 42 °C, empezamos a ver problemas significativos que, si no se tratan, pueden causar la muerte del individuo producto de la hipertermia”, dice Bailey.
Este fenómeno, conocido como golpe de calor, es una emergencia médica.
La habilidad de las personas para lidiar con el calor varía, pero la edad y una salud débil nos hace más vulnerables. Las temperaturas que una vez disfrutamos durante las vacaciones pueden ser peligrosas en otro momento de la vida.
“Dejarás el laboratorio hoy con una sonrisa en tu cara. Todas estas estadísticas me dicen que has estado a la altura del reto y has hecho un buen trabajo”, dice Bailey.
Tercera edad, enfermedades cardiovasculares y pulmonares, demencia y ciertos medicamentos implican que el cuerpo ya trabaja más duro para seguir funcionando, así que es menos capaz de responder al calor.
“Cada día es un reto fisiológico para ellos. Cuando añades más calor y humedad, a veces no pueden superar ese desafío”, añade el especialista.
¿Cómo lidiar con ello?
Muchos de los consejos para sobrellevar el calor son obvios y bien conocidos: manténgase a la sombra, use ropa holgada, evite el alcohol, mantenga su casa fresca, no haga ejercicio en las horas más calurosas del día y manténgase hidratado.
"Otro consejo es tratar de no quemarse con el sol. Una quemadura solar leve puede anular la capacidad de termorregulación o de sudar hasta por dos semanas", dice el profesor Bailey.
Pero lidiar con el calor es algo a lo que todos tendríamos que acostumbrarnos.
Sin una acción sobre el cambio climático, la profesora Lizzie Kendon dijo que el día más caluroso del verano en el Reino Unido podría aumentar en 6°C en un escenario de altas emisiones.
"Eso es un gran aumento para fines de siglo", dice.
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