El avance de la tecnología y la omnipresencia de dispositivos electrónicos han modificado muchos aspectos de nuestras rutinas, incluyendo nuestros hábitos de sueño. Uno de los fenómenos más comunes es el de dormir con la televisión encendida, una práctica que, aunque parece inofensiva, puede tener implicaciones importantes para la salud y la calidad del sueño.
Para muchas personas, dejar la televisión encendida durante la noche se ha convertido en una forma de relajación que facilita el proceso de quedarse dormido. El sonido constante de la televisión puede actuar como un ruido blanco, enmascarando otros ruidos ambientales que podrían dificultar el sueño, como el tráfico o conversaciones cercanas. Este efecto es particularmente apreciado por aquellos que sufren de ansiedad o insomnio, quienes encuentran en este ruido constante un alivio para calmar su mente agitada y así poder conciliar el sueño.
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Un estudio realizado en 2014 y publicado en la revista Behavioral Sleep Medicine reveló que cerca de un tercio de los más de 800 adultos participantes dependían de la televisión encendida para poder dormir. Este hábito puede ser reconfortante, ya que la presencia de la televisión puede brindar una sensación de compañía y seguridad, especialmente para aquellos que duermen solos o en momentos de mayor vulnerabilidad emocional.
Aunque pueda parecer una solución práctica para conciliar el sueño, dormir con la televisión encendida conlleva varios riesgos. Uno de los más significativos es la exposición a la luz azul que emiten las pantallas. Esta luz artificial tiene un impacto directo en la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el ciclo de sueño-vigilia. La melatonina se produce de manera natural en la oscuridad, y su producción se ve inhibida cuando los ojos están expuestos a la luz azul, lo que dificulta no solo conciliar el sueño, sino también alcanzar las fases más profundas y reparadoras del mismo.
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Además, aunque el sonido de la televisión pueda servir como un ruido blanco, no es constante ni uniforme. Los cambios en el volumen o en la intensidad del programa que se esté reproduciendo pueden provocar microdespertares, pequeñas interrupciones en el sueño que, aunque no siempre son lo suficientemente fuertes como para despertar completamente a una persona, sí afectan la calidad del descanso. Con el tiempo, estas interrupciones pueden llevar a un sueño menos reparador, resultando en cansancio, somnolencia diurna, y en casos más severos, pueden contribuir al desarrollo de trastornos del sueño.
Considerando los riesgos asociados, no es recomendable hacer de este hábito una rutina nocturna. Si bien la televisión puede ofrecer una sensación de confort, es preferible buscar alternativas que promuevan un ambiente más adecuado para el sueño, como la lectura de un libro, la meditación o la escucha de sonidos relajantes que no incluyan luz brillante. Además, es importante establecer una rutina de sueño que permita desconectar progresivamente de los estímulos electrónicos antes de dormir, lo que facilitará la producción natural de melatonina y contribuirá a un descanso más profundo y revitalizante.