Planificar la vida es una herramienta clave no solo para alcanzar metas, sino también para mantener la estabilidad emocional y el bienestar psicológico. La planificación permite que las personas establezcan un rumbo claro, lo que reduce la ansiedad generada por la incertidumbre y brinda una sensación de control sobre sus propias vidas.
Desde una perspectiva psicológica de Alberto Ruano Teruel, la planificación ayuda a organizar las demandas diarias y a lidiar con los desafíos de manera más efectiva. Esto es particularmente importante en una era donde las personas están sometidas a múltiples fuentes de estrés, desde el trabajo hasta las relaciones interpersonales. Tener una visión clara del futuro, dividida en metas alcanzables y bien estructuradas, puede prevenir el agotamiento emocional y reducir el riesgo de problemas como la depresión y la ansiedad.
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Pero, ¿por qué muchas personas, incluso con una buena planificación, continúan procrastinando? Este es un problema común que tiene múltiples factores detrás, no solo la falta de organización.
Si bien la planificación es fundamental para establecer estrategias y plazos, el error radica en creer que la procrastinación solo se debe a la ausencia de un buen plan. En realidad, el hecho de posponer una tarea suele ser el resultado de varios factores combinados.
A menudo, la procrastinación es una forma de esquivar experiencias incómodas o estresantes. Por ejemplo, podemos retrasar ir al dentista por miedo al dolor o posponer la búsqueda de empleo por temor a sufrir ansiedad en una entrevista. En estos casos, la planificación ayuda, pero no es suficiente, ya que la procrastinación está más relacionada con la evitación de emociones negativas, como el miedo, la ansiedad o la vergüenza.
El deseo de alcanzar la perfección también puede llevarnos a posponer proyectos. El perfeccionismo puede convertirse en un obstáculo que impide que los proyectos vean la luz, desde composiciones musicales hasta libros o exámenes que nunca se presentan.
La procrastinación también puede estar relacionada con la deseabilidad social. Crecemos en una cultura que premia ciertas conductas y castiga otras. Por ejemplo, se valora estudiar o trabajar gradualmente, día a día. Sin embargo, algunas personas obtienen mejores resultados concentrando su energía en un breve período de tiempo. Intentar adaptarse a lo que se considera socialmente aceptable puede llevar a la postergación de tareas que, en otro contexto, se podrían realizar de manera más efectiva.
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La planificación de la vida es una herramienta valiosa para el bienestar psicológico. Al organizar nuestras metas, establecer prioridades y prepararnos para enfrentar desafíos, podemos vivir de manera más equilibrada y plena, manteniendo una salud mental fuerte y estable.
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